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Coronavirus y empresa

La necesidad de medidas rápidas y efectivas que eviten que la actual crisis se lleve por delante buena parte del tejido empresarial

El coronavirus COVID-19 ha irrumpido en nuestras vidas de forma inesperada y lo ha cambiado todo. El primer efecto que ha causado, el más grave y preocupante, es de ámbito sanitario: miles de afectados, un número de muertos creciente día a día, hospitales llenos, sistemas de abastecimiento de instrumentos y consumibles desbordados, confinamientos de la población para evitar contagios y centros de trabajo cerrados.

Lo primero que hay que hacer es dar las gracias. A muchos colectivos, pero sobre todo al sanitario, en sentido amplio. A todas aquellas personas que dentro del sistema de atención están dándonos una lección de entrega y profesionalidad a los españoles y haciendo que nos sintamos más seguros y protegidos ante la incertidumbre. Gracias también a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, al Ejército español, funcionarios y personal administrativo que sigue al pie del cañón estos días; investigadores y técnicos; al personal de geriátricos, colectivo tan expuesto; a quienes nos atienden en el sector de distribución comercial; a los transportistas; al personal de las gasolineras, a los farmacéuticos. En fin, a todas las personas que siguen trabajando en aquellas actividades, seguro que alguna se me olvida y pido disculpas por ello, que hacen que las cosas sigan funcionando dentro de esta anormalidad sobrevenida. Y a toda la población asturiana, gracias por su entereza y su civismo.

Quiero referirme también, como presidente de la Federación Asturiana de Empresarios que soy, a los miles de empresarios y autónomos que se están viendo profundamente afectados por esta crisis, que está aún en su momento inicial. Esta es la otra cara de la moneda vírica. Hay que reconocer también el esfuerzo que están haciendo gran número de empresas asturianas que, por encima de vicisitudes de todo tipo (restricciones al tránsito, limitación de suministros, dificultades para el correcto equipamiento de trabajadores, etcétera), están consiguiendo mantener sus puertas abiertas atendiendo adecuadamente las necesidades de la población y de sus clientes.

Pero ha habido también miles de empresas y negocios que han tenido que cerrar sus puertas ya durante esta semana por imperativo legal o porque, como consecuencia de las restricciones en sus aprovisionamientos, de los cierres de sus principales clientes por decreto, o simplemente por verse afectada su plantilla por el virus, han visto caer de forma drástica su actividad y sus ventas. Todo esto va a tener una repercusión inmediata en el empleo, que se contraerá de forma muy importante. Además, la causa que motiva la crisis, el efecto del virus, no está suficientemente estudiada, por lo que se carece de modelo alguno que permita estimar sus efectos en la economía ni el tiempo que durará.

Es la otra realidad a la que tenemos que prestar especial atención ahora. Cuando una empresa se ve obligada a cerrar, en el momento en el que reanuda su actividad nunca lo hace como si nada hubiera pasado. Y otras muchas se van a ver abocadas directamente a cesar su actividad definitivamente y a no volver a abrir sus puertas. Para evitar en la medida de lo posible esas situaciones, y porque el país no puede pararse, debemos desplegar rápidamente cuantas medidas tengamos a nuestro alcance para que, respetando todas las indicaciones que las autoridades sanitarias prescriben, la actividad de las empresas caiga lo menos posible, no se debiliten, el empleo se mantenga y la capacidad de generación de recursos fiscales, que van a ser más necesarios que nunca, no se vean fuertemente mermados.

Desde FADE estamos en contacto permanente con las autoridades y trabajando codo a codo para conseguir ese objetivo. Y para ello planteamos cuatro vectores de actuación progresivos en el tiempo. El primero de ellos, el de asegurar el funcionamiento de las empresas y negocios a los que se les permite mantener su actividad con cierta normalidad. Las resoluciones dictadas por el Gobierno del Principado de Asturias el viernes día 13 y los dos reales decretos ley de los días 14 y 17 de marzo han requerido un gran esfuerzo para gran número de compañías que han tenido que acomodar sus sistemas de organización a los requisitos que en ellos se contemplan, y en ello seguimos trabajando.

Para estas y para las que se han visto en la necesidad de cerrar es necesario actuar adicionalmente y lo que considero muy importante, de forma urgente, en tres aspectos que les permita hacer frente a esta grave situación. El primero de ellos el laboral. Es necesario adecuar y flexibilizar la rígida normativa y procedimientos de tramitación de expedientes de regulación temporal de empleo para que se pierda el menor número de puestos de trabajo posible. Insisto en el matiz temporal. La media de ERTE presentados en Asturias en los últimos años ha sido de 120-130 por año. El pasado jueves se presentaron 1.331 en veinticuatro horas. Esta cifra da una idea de la magnitud del problema y lo importante que es actuar cuanto antes sobre el mismo.

El segundo es el fiscal. Al igual que están haciendo otros países afectados por el virus, y también ya otras comunidades autónomas, debemos revisar la dieta fiscal de las empresas y amortiguarla en la medida de lo posible. Antes del día 20 del próximo mes deben presentarse los pagos del trimestre a la Agencia Tributaria. ¿Se imaginan qué capacidad tendrán para hacerlo empresarios, grandes o pequeños, que llevan sin facturar nada en unos casos, o con una gran merma otros, desde el pasado sábado día 14? Es necesario hacer una revisión de tributos y, también con carácter excepcional y temporal, articular cuanto antes medidas en este sentido.

Y, finalmente, de ámbito financiero. Las previsiones de pagos de las empresas se organizan conforme a un flujo más o menos estable de ingresos proveniente de su tráfico comercial corriente. Si este se altera, la empresa se ve atrapada entre unos recursos que no entran y unos compromisos que deben atenderse. Esto va a pasar -ya está pasando- en miles de empresas asturianas y españolas. Por eso es importante poner a su disposición recursos suficientes que les permitan reorganizar sus finanzas y no las condenen al cierre por imposibilidad de atender pagos. En este sentido, el anuncio realizado el pasado miércoles por el BCE de aprobar un programa extraordinario dotado con 750.000 millones de euros para comprar deuda da cierta tranquilidad al sistema. Pero ahora esos recursos deben llegar de inmediato a las cajas de las empresas, y para ello hay que diseñar un procedimiento rápido y eficaz.

No podemos permitir que la crisis destruya nuestro tejido económico y empresarial. No debemos equivocarnos en las medidas a tomar. Tenemos muy cerca aún lo ocurrido en la anterior crisis, la de 2008, con la que perdimos más de 6.700 empresas, casi el 10% del total, en torno a 100.000 empleos. Aún estábamos recuperándonos de aquel zarpazo cuando se ha colado este virus en nuestro aún débil sistema.

Insisto en que sin perder de vista el objetivo principal, que es el sanitario, tenemos que preservar al máximo nuestro sistema empresarial para que la economía sufra lo menos posible y pueda remontar en cuanto lo permita el zarpazo que va a suponer esta crisis. Y tenemos que hacerlo sin perder un solo minuto, porque de no hacerlo así muchas empresas y autónomos desaparecerán. Las medidas que se adopten, por muy eficaces que sean en su diseño, si llegan tarde, pierden toda su eficacia. Entre todos estoy seguro de que lo conseguiremos, y los empresarios asturianos empujaremos para que así sea.

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