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¿Son lógicas las caídas de las bolsas el último mes?

La sobreactuación de los mercados bursátiles ante el coronavirus

Todas las bolsas de valores del mundo occidental han sufrido pérdidas superiores al 30% en sólo cuatro semanas debido a los efectos derivados del Covid-19. Cabe preguntarse si caídas tan grandes, que en el caso del Ibex 35 español son las mayores en toda su historia en cuatro semanas, están a priori justificadas por tal fenómeno.

Hay dos afirmaciones sobre el mercado de valores (el principal la bolsa) que circulan como mantras que son: "el mercado de valores es eficiente" y "la bolsa anticipa los acontecimientos futuros". Ser eficiente significa que los precios de los títulos que se negocian en el mercado financiero reflejan la información existente y se ajustan total y rápidamente a los nuevos datos que puedan surgir, de forma que permite asignar adecuadamente los títulos. Anticipar el futuro es por lógica algo sujeto a incertidumbre dado que el futuro no es plenamente conocido, por lo que, si la bolsa anticipa una previsión errónea, algo bastante corriente, no puede fijar precios eficientes. Se puede decir que lo que anticipa es la información conocida sobre el futuro, pero tal información no es abundante, pues la información futura que predomina es la estimada. Philip Tetlock, de la Universidad de Pensilvania, publicó en 2005 un estudio en el que 284 expertos que hacían comentarios en los medios sobre tendencias políticas y económicas aceptaron hacer previsiones sobre una variedad de temas. El resultado fue demoledor pues dichos expertos se equivocaron más que si hubiesen dado igual de probabilidad a cada potencial resultado.

El premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz ha afirmado que la idea de que el mercado financiero es eficiente y un motor de competitividad es absolutamente errónea. Este mismo autor ha denominado armas de destrucción masiva a los derivados financieros (instrumentos financieros vinculados al valor de un activo subyacente como acciones, bonos, tasas de interés, divisas, etc.). Los actuales mercados financieros se caracterizan por una gran, innecesaria e injustificada complejidad. Esta complejidad viene derivada de mecanismos e instrumentos elaborados por expertos en matemáticas y con grandes conocimientos en finanzas y en contabilidad que crean sistemas difíciles de comprender por la mayoría de usuarios para facilitar así las ganancias de determinados colectivos. Por otro lado, existen gestores de patrimonios enormes cuyo valor sobrepasa varias veces el de algunas empresas del Ibex 35 español, lo que les permite ciertos manejos del mercado, aunque dentro de algunas limitaciones legales.

Hace ya tiempo que el mercado no lo mueve una multitud de pequeños ahorradores, ahora quienes lo dominan son unos pocos, pero grandes inversores. Una supuesta ventaja de los grandes inversores consiste en que manejan más y mejor información que los inversores individuales, lo cual es en realidad una desventaja, lo cual puede parecer mera palabrería, pero en realidad es ciencia. Paul Andreassen, del MIT, hizo un experimento en este sentido. Tomó a un grupo de estudiantes de este centro y los dividió en dos grupos para que invirtiesen en bolsa durante cierto tiempo. Un grupo sólo podía acceder a la cotización diaria de las acciones, mientras que el otro podía acceder a una enorme cantidad de información financiera. Al mirar los resultados observó que el grupo que accedía solo a las cotizaciones ganó más del doble que el otro. ¿Qué había pasado? Ocurre que estar expuesto a información suplementaria distrae al inversor llevándole a concentrarse en rumores y chismorreo de la información confidencial. Como dijo Herbert Simon, la abundancia de información crea pobreza de atención, lo que lleva a malas decisiones. Según señala el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, los que más saben con frecuencia son los menos de fiar debido a que desarrollan una ilusión de su aptitud algo mejorada, lo que hace que tengan un exceso de confianza poco realista. Adicionalmente afirma que poco o nada podemos esperar de los inversores de Wall Street que creen que acertarán más que el propio mercado en la predicción de precios futuros. De hecho, se constata año a año que solo un número muy pequeño de fondos de inversión logra rentabilidades superiores a la media del mercado.

Como queda dicho quienes mueven realmente el mercado, son los grandes inversores y además desde hace unos años utilizan sistemas automáticos gestionados a partir de algoritmos que les permiten hacer enormes cantidades de transacciones instantáneas sin tomar ninguna decisión personalizada generando oscilaciones importantes en los índices. Esto es actuar en contra de la lógica decisional general, pero así están las cosas, poniendo difícil la actividad del pequeño inversor que quiera actuar por su cuenta. Como afirma Carissa Véliz, de la Universidad de Oxford, recolectar más datos como hacen los algoritmos no garantiza que sean precisos ni que estén actualizados ni que sean relevantes. Los algoritmos basados en grandes bases de datos (big data) utilizan correlaciones de datos pasados que no tienen por qué ser válidas en el futuro. Además, más que eliminar los sesgos de las decisiones humanas tal como se afirma, parece que las están aumentando (Carissa Véliz).

Contestando a la pregunta inicial, no es lógica en términos de economía real la caída tan grande de las bolsas en las últimas semanas. Algunos analistas consideran que la caída de los mercados está justificada, aunque se ha producido una sobrerreacción, pues la actividad mundial no va a reducirse en las proporciones de las caídas bursátiles. La solución a situaciones como ésta de sobreactuación ilógica de los mercados bursátiles pasaría por una regulación mucho más estricta de los mismos, prohibiendo multitud de instrumentos perjudiciales e innecesarios, estableciendo límites de inversión en un mismo activo (acción) por un mismo tenedor.

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