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En casa con Selva y Mikel, diario de un aislamiento en familia

Total fitness, con la tetera y el cucharón, por Myriam Mancisidor

Por Myriam Mancisidor

A Selva le gusta mucho un libro que se llama "El ogro que siempre estaba muy enfadado". Es la historia de un ogro que se enfurece por el hecho de ser ogro, porque desde los tiempos más remotos los de su especie habían estado siempre de mal humor. Termina el libro con un cambio de chip y unas sonrisas. Pues ayer yo me vi reflejada en ese ogro. Me levanté más refunfuñona de lo habitual tras la resaca dominguera: da igual recoger los juguetes que no, que desde que empezó el aislamiento, hace hoy once días, la casa está patas arriba, como si desfilara un batallón de pequeños soldaditos por cada habitación. Así que cambié de chip, como el ogro. "Es lo que toca ahora", me repetí varias veces para autoconvencerme.

Cuando el reloj todavía no marcaba las ocho empezamos con los desayunos. Selva se puso luego con las tareas del cole. Ayer recibimos deberes para dos días. A falta de impresora en casa, cada una de esas fichas las pasamos a mano, así que nos tocó dibujar focas, iglúes y, lo más interesante, un "inuksuk", un monumento que realizan los inuits con piedras para señalizar los caminos y orientarse. Pues ahora en casa vamos del salón a la habitación de los juegos y de esta al baño siguiendo esta especie de mojón que llamamos en Asturias? Todo sea con tal de no perdernos.

Mikel se entretuvo luego jugando a desenchufar el cable de la aspiradora cada vez que intentábamos darle al "on", y Selva, en un despiste, usó las tijeras redondeadas del colegio para cortarse un mechón de pelo. Para evitar represalias nos dijo que se lo había encontrado en el suelo? De esta forma llegamos al mediodía, e hicimos pan de harina de trigo de espelta para lo que queda de semana a poder ser. Nos quedó bastante bien. Para acompañar el pan, cocinamos repollo, que es muy sano.

Comimos a eso de las dos y la tarde fue de cuentos y dibujos. El juego consistía en contarles un cuento breve que, luego, tenían que pintar. Salieron verdaderas obras de arte? Esto de los dibujos, no obstante, empieza a ser un problema derivado del aislamiento: dicen que no se debe tirar nunca un dibujo, pero aquí acumulamos material suficiente como para empapelar el piso? También hicimos casi una hora de gimnasia: esta vez fue Vicen el que hizo sentadillas, abdominales y planchas al ritmo de esa canción que dice algo de una tetera y un cucharón. Total fitness.

A las ocho volvimos a salir a la ventana desde donde vemos a los vecinos. Curiosamente estamos conociendo sus nombres gracias al aislamiento. Paradojas de una cuarentena. Selva ayer aplaudió. ¿Por quién? "Por la Policía". Justo entonces vimos una hilera de coches que subían al Hospital San Agustín. Por ellos.

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