Otro motivo para sentirse orgulloso de habitar esta región es la evidencia de que somos avanzadilla en innovación pese al escaso apego de las administraciones a invertir en investigación científica. Como si el "que investiguen otros" de antaño tuviera sentido en los tiempos convulsos que corren, con guerras víricas en las que combatir al enemigo emboscado e invisible más que un batallón de soldados requiere un ejército de hombres de ciencia.
El respirador fabricado mediante impresión 3D (no cuatro, como se le escapó a Sánchez en su última comparecencia, sacándose de la manga una cuarta dimensión como quien se inventa un chiste pésimo) nace de la iniciativa y el talento de cuatro ingenieros asturianos; como de los poderosos centros de investigación y desarrollo de ArcelorMittal, Thyssenkrupp e Idonial surge la propuesta de imprimir en 3D viseras y gafas de protección para los esforzados sanitarios.
Además de enarbolar la bandera social y solidaria, como se puso de manifiesto con el centro de acogida en tiempo récord de La Tejerona, Gijón es pionera también en el avance de las nuevas tecnologías. Lo hace desde hace tiempo y antes que nadie en la región en la Milla del Conocimiento, en el Silicon Valley asturiano, donde existe además una Escuela Politécnica de Ingeniería de la que salen, al final de cada curso, profesionales bien formados y enormemente talentosos, repartidos por medio mundo. Estos también son héroes de la crisis actual que nos sirven a los ciudadanos de antídoto ante la lamentable y atroz falta de liderazgo político.
