La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Por libre

Lecciones para el futuro

A estas alturas de la película, con todo el país confinado en sus hogares, mientras aumentan a diario las cifras de contagios y fallecidos por el maldito bicho cuyo nombre prefiero no mentar, pues qué les voy a contar a ustedes que ya no sepan: que lo mismo no era como una leve gripe, como se habían empeñado en repetirnos.

La forma más estúpida de perder una batalla consiste en infravalorar a un enemigo por completo desconocido. Aunque todavía existe un pecado mayor en aquellos generales que mantienen a sus tropas desplegadas a campo abierto, a sabiendas de que serán arrasadas sin piedad. Como suele decirse en estos casos, tiempo habrá para exigir responsabilidades a quienes precisamente demostraron actuar con la mayor de la irresponsabilidades.

Nos enfrentamos a una situación jamás vivida con anterioridad, cuyas consecuencias futuras aún es muy prematuro evaluar. De momento sólo nos queda pelear en el día a día, achicando calderos y más calderos de agua, para que esta nave que representa nuestro Estado de Bienestar, pueda permanecer a flote. Y en esta labor ímproba, cada brazo cuenta. A diferencia de algunos de nuestros políticos, yo no les voy a mentir: lo peor está aún por llegar en las próximas semanas. Para afirmar esto no es necesario ser un adivino ni un reputado estadista. Basta con mirar lo que está ocurriendo en Italia, figurada bola de cristal en la que contemplar el futuro que aguarda a España en una semana o diez días a lo sumo, si no se anticipan las medidas que en el país transalpino se están ya aplicando. Tan importante puede ser aprender de los errores propios como de los ajenos. Aunque sería indudablemente preferible hacerlo de los aciertos.

Cuando todo esto pase, algo que también les garantizo que ocurrirá, será también el momento para poner remedio a algunas carencias que han quedado manifiestas en esta crisis sin precedentes, pero que nadie nos podrá asegurar que no pueda volver a repetirse. Hablo por ejemplo de nuestro vetusto sistema educativo. Con padres convertidos en improvisados profesores de ciencias naturales, literatura, matemáticas o inglés, en pleno siglo XXI, parece clamorosa la necesidad de que cada centro educativo de este país, tuviera a su alcance la posibilidad de poder ofrecer todo tipo de enseñanza reglada de manera online. Esto no sólo serviría para ocasiones tan críticas como a la que nos estamos enfrentando, sino para otras mucho menos graves pero sí mucho más frecuentes.

En fin, poco más puedo decirles salvo que por el momento a mí esta cuarentena autoimpuesta, supongo que como a muchos de ustedes, me está sirviendo para pasar muchísimo más tiempo con mi familia. Hay quienes maliciosamente hacen cábalas con esto, sobre un hipotético inminente aumento en el número de separaciones matrimoniales; mientras que otros apuestan por un notable aumento de la natalidad a finales de año o principios del que viene.

Tengan razón unos u otros, yo de lo único que estoy convencido es de que al final, como reza ese hashtag que es sinónimo vivo de esperanza, "todo irá bien". Hasta entonces, recuerden lo que tantas veces habrán repetido en sus vidas: "hogar, dulce hogar". Cuídense mucho.

Compartir el artículo

stats