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Solo de trompeta

Veinte euros en el Jovellanos

Una reflexión sobre el ámbito cultural

No resulta fácil aunar criterios respecto al valor o rentabilidad de "La Cultura". Me refiero a ese moderno tótem creado verbigracia de la política que asegura que: "La cultura es bienestar".

Es odiosa la comparación en sí misma, pero resulta utilitaria. Habitualmente se establece por la calidad, el éxito o la repercusión social que alcanzan obras y/o autores. Cuando se recurre a la comparación entre estilos, para ponderar alguno en concreto denostando el resto de la paleta, empezamos a desviarnos en nuestra apreciación. Una de las peores formas es la del que se despacha como erudito con el simple razonamiento de que si yo no lo conozco no existe. Puede ser que el coste de un concierto o un cuadro nuble la capacidad de juicio de algunas personas que llegan a confundir precio y valor. Quizá, imaginan un mundo de gladiadores culturales que se baten con sus ordenadores en la arena del coliseo de Tickexpress o el MOMA.

Pero ¿qué queda de bienestar entre precio y valor?

Para hablar de valor tomo la cámara Polaroid y les muestro unas fotografías con grano. Clic:

Alguien comenta que los artistas no pueden ser muy buenos si se han desplazado hasta aquella ciudad de pocos habitantes. Dice otro que hasta que no sales en el telediario no eres nadie.

Un editor vocacional, con un buen puñado de publicaciones de poesía, vende sus libros en el Rastro y en el Muro. En un Centro de Cultura recriminan a los artistas por 'pedir más que Víctor Manuel' por reclamarla falta de conexiones básicas del escenario y preguntar por el técnico de sonido.

-Aquí cada uno trae sus chismes y no hay técnico,- respondió el gerente.

Un cantautor se queda sin trabajo debido a un ataque de risa incontenible. El programador dijo que que podía conseguir músicos de los de "veinte euros en el Jovellanos a precio de los de aquí" (Sic).

Disculpen, el grano también es cultura. El valor lo ponen ustedes.

Pienso que sentarse en un teatro o ir a una exposición no es bienestar, simplemente es bueno. Ir a ver el holograma de Whitney Houston quizá no tanto.

Sin fuegos de artificio, la Cultura, pienso, debe de ser esa necesidad de expresión y captación tan antigua como el ser humano. Sumen interés e información para que precio y valor no vayan en la misma mano.

El Frente Anti Bienestar Cultural recomienda como solo de trompeta el de "El langosta", en la película de Berlanga "Calabuch", estrenada en 1956.

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