He advertido la conveniencia de compartir unas breves observaciones sobre el sistema educativo italiano, a la luz del eco que están teniendo noticias poco precisas adornadas con romos titulares que han aparecido en la prensa española, nacional y local, y que se pueden resumir en “Italia concede aprobado general a todos los estudiantes”.

Tomando como ejemplo una de esas noticias, se subraya que los alumnos pasarán de curso si no se reanudan las clases, cautela esta última obligada ya que en Italia aún no se sabe si el curso terminará de forma no presencial. Luego se especifica que el problema sería la Selectividad, la EBAU, porque en ese caso, aunque no se haga hincapié en ello, no valdría la fórmula del paso al curso siguiente. La cuestión es que si se reanudan las clases el 18 de mayo habría tiempo para cuatro semanas de clase presencial y se mantendría el habitual esame de maturità, como se llama desde siempre en italiano la Selectividad. De lo contrario, habrá que buscar un método alternativo.

Y aquí me parece que reside el primer factor de confusión: “en caso contrario” se dice en la noticia, “los exámenes escritos de final de curso no tendrán lugar y podrán realizar la prueba preuniversitaria todos los alumnos. El examen se mantendrá y será ‘serio’". El embrollo está en el adjetivo “preuniversitario”, pues no tiene el mismo significado contextual en Italia que en España. En Italia la maturità no es, en primer lugar, la prueba que te habilita para acceder a una carrera universitaria, sino el examen que te permite salir de la enseñanza secundaria. Si la suspendes, no es que no puedas matricularte en un Grado, es que sigues siendo un estudiante de bachillerato. Por tanto, “preuniversitario” aplicado a ese paso adquiere en italiano un significado principalmente cronológico, al igual que si decimos que para poder matricularse en Derecho hay que tener aprobado quinto de primaria.

Otro aspecto importantísimo que en las noticias que están apareciendo aquí no es mencionado, supongo que por ignorancia, es que en Italia la nota del esame di maturità que, en los casos limitados de carreras con numerus clausus, se basa en la superación de un test de ingreso, es decir, un concurso público. Por tanto, la nota final con la que se sale de secundaria no discrimina (en el sentido de seleccionar excluyendo, no de dar un trato desigual) de cara a lo que se quiera estudiar después. Hasta donde sé, tan solo algunas Universidades privadas pueden tenerlo en cuenta como criterio de preferencia.

También aparece en las noticias importadas en España que, en el caso de no reanudar las clases presenciales, el examen se celebrará exclusivamente mediante un examen oral de una hora a través de una palataforma online. En realidad, la ministra competente, Lucia Azzolina, ha dicho que en ese caso el examen sería un oral de al menos una hora sobre las principales materias y que la hipótesis de un examen online solo se tomará en consideración en la eventualidad de una crisis epidemiológica todavía sin control a 17 de junio. Aquí también, conviene precisar que la existencia de un examen oral de maturità, ya que la prueba siempre está formada por pruebas escritas y orales. En este caso especial, se sustituirían las escritas por las orales.

Finalmente, ante la relatada posibilidad, que no certeza todavía, de que haya que realizar este examen por medios no presenciales, he visto y recibido reacciones de desconcierto normales, sobre todo por parte de quienes conocen el mundo de la enseñanza, como los profesores, ante el escenario de que hubiera que trasladar el proceso normal de la Selectividad española desde las aulas de las sedes universitarias donde suele celebrarse, al mundo líquido y escurridizo de la no presencialidad telemática.

En efecto, de solo pensar en gestionar online la marabunta de todos los sujetos involucrados en una sesión de la EBAU se nos cae el alma al suelo, como para pensar, haciéndoles un flaco favor a los estudiantes, pues mira, casi mejor aprobar a todo el mundo que si no esto va a ser un sindiós… Sin embargo, aquí también se está incurriendo en un error de traslación, debido a que no se cuenta toda la historia. A diferencia de lo que sucede en España, en Italia cada Centro de Enseñanza Secundaria tiene su tribunal de maturità que ahora mismo, creo, pero no estoy seguro, está compuesto en parte por docentes internos y parte de fuera (en mi época, el Pleistoceno, eran todos de fuera salvo uno). Por tanto, realizar un proceso de evaluación oral online pienso que sería bastante más llevadero que hacerlo aquí.

No conozco todos los pormenores del sistema educativo italiano ni del español, y lo digo, hasta aquí llego. Siempre he entendido la Universidad como una comunidad donde los profesores y los estudiantes están en el mismo lado de una barricada porque luchan contra enemigos comunes: la ignorancia, la incultura y la barbarie. Y pienso que en circunstancias excepcionales como las que estamos viviendo hay que saber adaptarse a la realidad, pero sin perder de vista que el enemigo sigue a las puertas y, en tiempos de post-verdad al son de tuits, acechando más que nunca. Debemos ser flexibles, desde luego, pero sin olvidar para qué existimos como profesores y como estudiantes, con la seriedad y el rigor que nos toca asumir. Y esa seriedad y rigor a la hora de decidir no pueden basarse en informaciones incompletas, so pena de hacerle un flaco favor en primer lugar a los estudiantes y, en segundo lugar, a los docentes, malcopiando solo lo que no hemos entendido y soslayando lo más fructífero. De lo contrario, que me digan otra cosa, pero que me la digan clara.

Roger Campione es profesor titular de Filosofía del Derecho en la Universidad de Oviedo