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Parte de guerra (22): la realidad no era real

Mi buena amiga la escritora Susana Pérez Alonso, refugiada en su casa cerca de la costa, me cuenta que los días de temporal oye rugir el mar, y aunque no pueda acercarse para verlo se conforma con la audición. Me dice también que como tampoco puede salir a pasear en coche ha dado unas vueltas por la huerta, saludando a su hija desde la ventanilla. Consciente de lo absurdo del asunto, lo compara con la imagen de hace días del Papa bendiciendo desde su balcón, en medio de la lluvia, a una plaza de San Pedro completamente vacía de fieles. Aunque el origen sea dramático son imágenes bellas, me atrevo a apostillar, al menos para todo aquel que aprecie en su valor liberador la deconstrucción del decorado, al estilo de lo que hacía el artista Christo pero a lo grande. De momento vamos aprendiendo (la letra con sangre entra) lo mucho que tenía de decorado aquello que parecía realidad.

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