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El Club de los Viernes

Así comenzó todo

Reivindicación de la iniciativa privada

En julio de 1945, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, se celebraron elecciones legislativas en Reino Unido. Contra todo pronóstico ganó el Partido Laborista que, comandado por Clement Attlee, logró 393 diputados frente a los 213 del Partido Conservador de Winston Churchill, que era el favorito.

La lectura que se dio al sorpresivo resultado fue que los ciudadanos estaban cansados de estrecheces y miseria. Clement prometió protección y ayudas sociales y llegó al alma de los electores. Gobernó de 1945 a 1951. En este periodo inició la redistribución de la riqueza mediante impuestos, la nacionalización de amplios sectores de la economía (carbón, electricidad, gas, siderurgia y ferrocarriles), la entrada en vigor del Servicio Nacional de Sanidad y el seguro de jubilación.

En las elecciones de febrero de 1950 ganó el Partido Laborista, pero solo con 18 diputados de diferencia. El gobierno convocó nuevas elecciones para octubre de 1951 con la idea de ampliar la diferencia, pero, nueva sorpresa, ganó Winston Churchill. Este vuelco se interpreta como que una cosa son las políticas sociales y otra las políticas "sovietizantes" de los laboristas, con todo lo que llevan de planificación y burocracia. Esto no está en la genética liberal y conservadora de los ingleses, que no admiten se dirija sus vidas. Además, esas medidas se llevaban a cabo mediante impuestos altos; el tipo marginal del impuesto sobre la renta era del 95%.

Los conservadores siguieron con las mismas políticas: ante momentos excepcionales entendieron que lo primero era el bienestar elemental del pueblo. Se aplicó un "pacto de clases" antes que "lucha de clases". Los laboristas consiguieron el poder en 1964, que duró hasta 1970, y de 1974 a 1979. El resto fue para los conservadores.

Quiero decir que los liberales-conservadores no son esos gobernantes y empresarios demoníaco avariciosos, que es como les gusta definirlos la izquierda radical. Es conveniente que se sepa que en el periodo 1945-1980, donde comenzó el Estado de bienestar, estuvieron también los conservadores. No solo fue fruto de gobiernos socialistas. Lo estamos viendo ahora también, con el problema del coronavirus, en el que empresas privadas ponen a disposición del gobierno sus instalaciones.

Siempre se cumple el axioma de que "todo efecto tiene una causa". El efecto fue que la economía empezó a declinar a partir de mediados de los sesenta por la elevada presión fiscal, lo que ocasionaba que la economía no fuese competitiva con respecto a otras áreas económicas. No llegaba inversión extranjera y esto fue el detonante del desastre económico. Gran parte de la sociedad entendió que la política de altos impuestos está bien en periodos de reconstrucción económica y social (1945-1960), pero contraproducente en periodos de crecimiento y mercados abiertos. Además, la alta sindicalización llevaba a que las empresas públicas tuvieran muchas pérdidas al no haber una buena gestión, puesto que estaba compartida entre sindicatos y gerentes.

Esto demuestra que no todo se arregla subiendo los impuestos. Tenemos que ser conscientes de la ineludible realidad que impone esta práctica fiscal. Hay que conseguir el equilibrio, y este viene dado en saber el momento en que un incremento de un euro en recaudación ocasiona una perdida mayor en inversión, por lo tanto en crecimiento y empleo. Estemos atentos a lo que pueda hacer este gobierno cuando se estabilice la situación.

Otra consecuencia de esta política de altos impuestos es que, si bien los paraísos fiscales ya existían desde la antigüedad, fue en los años sesenta cuando se hicieron más populares: ya no eran solo las grandes fortunas las que huían de estos impuestos confiscatorios, sino también la clase media.

Este periodo de la historia me enseñó que no hay que hacer caso de las ideologías que prometen un mundo feliz, como el marxismo, el nacionalismo, el ecologismo o el feminismo. Seguro que echan de menos el liberalismo y el conservadurismo. Estas ideologías que parecían incompatibles las fusionó con éxito Margaret Thatcher (Partido Conservador), cuando llegó al poder en 1979. Creó las condiciones adecuadas para que la economía levantase el vuelo a través de la inversión y la iniciativa privada, en un contexto de valores tradicionales como orden, mérito, esfuerzo, y no el igualitarismo.

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