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evelio g palacio

Cien años de soledad

Evelio G. Palacio

Los asturianinos

El comisario para el reto demográfico del Principado, Jaime Izquierdo, teórico agropolitano, librepensador que va por libre, puede dedicarse a la meditación contemplativa. No va a necesitar denodados esfuerzos para cumplir su desafío. Viendo lo que ocurre y previendo futuros confinamientos, muchas aldeas empezarán a repoblarse solas, sin planes ni invenciones, gracias a los inmigrantes retornados. Billete de vuelta a la tranquilidad y la seguridad del paraíso perdido.

Limanes no es Berlín aunque se le parece, con un sector oriental -mitad Siero-, otro occidental -mitad Oviedo- y el Checkpoint Charlie en la fuente de Fornos Vieyos. Lo atestigua Fernández, que resume desde allí con su proverbial ironía y un "proverbio syldalvo" la estrategia para conseguir el viaje inverso desde la ciudad hacia el campo: "No lleves el fierro, basta con llevar el imán".

Además, para redondear la faena, no dejan de venir al mundo asturianinos. O quizás ahora nos fijamos con atención mayor en quienes llaman a la puerta. "Subí de categoría, soy abuela", cuenta Fina desde Noreña. Tras varias alarmas falsas y un parto largo por fin nació Lara. Avelino, el abuelo, ya dejó la finca de Macondo como una patena para cuando la pequeña dé sus primeros pasos. Fina no se siente capaz todavía de colorear las emociones del instante: "Estoy tratando de separar los pensamientos que me vienen. Los buenos y los malos. Somos un pez en un mar de anzuelos. Hay que nadar entre ellos y dejarlos pasar".

El azul del cielo y el mar. El blanco de la pureza y la inocencia. El verde del bosque y la esperanza. El rosa de la dulzura y el amor puro. El amarillo del optimismo y la belleza. De tal mezcla de tonalidades luminosas amaneció pintada la localidad de Torió, en Cangas de Onís. El alumbramiento de Gonzalo, su primer bebé en tres décadas y media "autóctono de verdad", como precisa Nacho, su padre, deslumbró a los vecinos. Antes ya los habían encandilado sus hermanas, Inés y Jimena, llegadas de Tarragona.

Si algo expresa sin necesidad de mil palabras el misterio de la existencia es esa imagen de los tres hermanos de Torió posando para el recuerdo. Dominando la pradera desde sus tronos de mimbre. Torió y el torio solo se diferencian en el acento. El torio, elemento químico de propiedades radiactivas, debe su nombre a Thor, dios nórdico del relámpago y la tormenta. Esa foto y todas las fotos de los recién nacidos en mitad de tantas adversidades simbolizan el empuje de los superhéroes que alientan la ilusión de un mañana mejor. La razón para seguir. La fuerza para estar. La inspiración para crear. Hijos de nuestro dios Torió y torio de la nueva Asturias, energía nuclear.

Yoanna llegó un poco antes a Llanera. Para Gerardo, su padre, las cosas ya son de otra manera: "Es muy buenina. Come y duerme, aprovecho para estar con ella. Te cambia todo". Yoanna, Gonzalo, Jimena, Inés y Lara contarán a sus nietos algún día que les tocó nacer en un tiempo extraño. Y que tuvieron que domar el mundo retorcido para legárselo manso. Que hubo lágrimas. Muchas lágrimas. Pero también contento. Porque nada detiene la vida. La vida arrasa.

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