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Me falta mes y medio

Las tareas pendientes durante este largo confinamiento

Yo no puedo con mi vida, necesito más tiempo. Les pido por Dios, no me pongan una vela negra. Pero como acabe pronto este confinamiento, me quedo sin hacer nada de lo que me había propuesto. Pero nada. A saber. Ordenar... es algo que me rechifla. Quizás porque en general soy bastante desordenada y hace tiempo que me propuse dejar de serlo. Tenía más que claro meterme, con mascarilla, aunque no sea la epi esa dichosa, en el despacho, que los papeles salen por las ventanas, libros amontonados, y sé que cuando me meto de lleno estoy estornudando y tosiendo por la alergia un mes. Y claro, ahora toser puede hacerte parecer una maldita infectada... Pero aun así quería arriesgarme porque no se puede trabajar así.

Pensaba ordenar el armario, las fotos que se apilan en el cajón y que siempre pienso que tengo que clasificar, iba a hacer todos los días mi tabla de pilates y por supuesto iba por fin a acabar mi historia interminable, mi libro, ese que sé que seguramente no verá la luz, y que es mi sueño vital. Ah, y por supuesto iba a tener toda la casa como para pasar el algodón. Pero hete aquí que me encuentro con que la lavadora y la secadora, va a ser que no las conozco. Buscando instrucciones, ahora en internet, ahora en el garaje lleno de porquería hasta arriba, hasta que doy con ellas, pasan días. Voy viendo cómo las canas se apoderan de mi cabeza y eso sí que no. Pues a comprar tinte y ver tutoriales pensando que con lo manitas que soy, quedaría como los médicos chinos que se volvieron negros... Otras tantas mañanas perdidas, buscando tono y preguntando a diestro y siniestro cómo porras se tiñe una sola. En cuanto al trabajo, mañanas dedicadas enteras a editar vídeos para colgar, que no crean que es nada fácil. Es absolutamente desesperante para quien, como yo, no sabe. Ahora mismo, eso sí, puedo dar clases de edición. Colgar en las redes, en la página de Facebook, de Instagram, grabando vídeos, etcétera. En plan ocio iba a leerme todos los libros que tengo pendientes, cantar en el karaoke (sí, mi vocación frustrada), componer canciones con la guitarra (toma, una cuerda rota), y dedicarme a bailar como una loca... Eso por las mañanas, porque por las tardes, aquí donde me leen, aunque no me aplaudan, voy todas las tardes a la clínica porque hay que ir. Deducción: me falta al menos un mes y medio más de confinamiento para poder conseguir mis objetivos. Pero tranquis, que soy tan buena que rezo todos los días para que se acabe de una vez, así me quede todo por hacer para toda la eternidad.

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