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Lucho y la actualidad

En la despedida al escritor Luis Sepúlveda y un análisis sobre el actual Gobierno

En cierta ocasión en la que me cayó encima una buena noticia literaria, fui a casa de Luis Sepúlveda, que me esperaba allí con su mujer. Encontré una botella de champán abierta y risas de alegría. Los recuerdo allí, en el salón, brindando conmigo y reiterando su contento. No era una enhorabuena de las habituales; era una señal de cordialidad profunda. Tampoco fue, ciertamente, la única ocasión en la que fui testigo de la generosidad grande de Lucho. Hubo unas cuantas; las recuerdo con gratitud. Y así lo recuerdo a él: jovial y expansivo y siempre dispuesto a ayudar.

Son noticia las cifras de Portugal, adonde también viajé alguna vez con Luis Sepúlveda; en la ciudad de Póvoa de Varzim tiene lugar un festival literario muy bien organizado y en el que el público se implica de manera admirable. Se comprobaba allí esa mesura característica del carácter portugués, esa querencia de la reflexión más que de los decibelios. La política se construye sobre el conocimiento que el individuo tiene de la repercusión de sus actos sobre quienes le rodean; la relación entre el individuo y la colectividad determinan la madurez social de un pueblo. No es un milagro que esa madurez, cuando pintan bastos, se refleje en unos resultados envidiables. Se habla ahora de la cooperación entre oposición y gobierno en Portugal y en más sitios, y se hacen llamamientos a que aquí pase lo mismo. Lo del interés general llama un poco la atención; siempre debería haber un grado de compromiso con el interés general, también en la salud colectiva que ahora está suspendida. El interés general es bueno por definición; invocarlo ahora como a santa Bárbara da a entender que estaba un poco abandonado. Llama la ministra portavoz a aparcar diferencias- con acento en la primera sílaba, con acento en la di, para dar más énfasis. Pero es más fácil aparcar diferencias cuando se nota que todos tienen la misma disposición. El sanchismo se empleó a fondo en una narrativa guerracivilista que creyó rentable; cuanto más acelerada y vehemente, quizá más lento el retorno al interés general recién descubierto. También queda por ver cuánta fuerza retiene Sánchez en un Gobierno de dos partidos en el que uno está claramente comiendo terreno a otro y en el que el propio Sánchez demuestra estar muy olvidado -quizá por interés, no se sabe cómo de general- de quién acusó al PSOE de tener cal viva en las manos.

A la vuelta de Portugal, ya en el semáforo de La Guía, hablé con Lucho de la magia misteriosa del asfalto que te lleva de una ciudad a otra. Todo el mundo es bonito, decía él, que tantos paisajes vio. Lo seguirá siendo cuando salgamos de la peste, también nos seguiremos acordando de quien demostró tener la gran virtud del buen corazón. Cuídense.

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