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El Día de la Victoria

El homenaje a las víctimas y a los héroes de la lucha contra el virus

El clérigo francés Adalberón de Laón describía en el siglo XI los tres estamentos sociales tal que unos oran, otros batallan y otros laboran de modo que sobre la función de uno descansan los otros dos. En este caso los que laboran son los verdaderos protagonistas.

Cuando tengamos la vacuna para el COVID-19, además de un premio Nobel, habrá un día al año para conmemorar la victoria, en donde concurrirán los tres estamentos.

Que estamos en guerra no se cuestiona con un enemigo tan esquivo que impide ser derrotado definitivamente por su constante mutación. En otro tiempo gripe ahora ataca sin piedad descodificando nuestros sistema inmunológico, ganando la batalla interna a nuestro organismo al que supera en inteligencia burlando la medicina.

El estado debería ir preparando el escenario para rendir homenaje, en primer lugar, a los miles de víctimas, a la par que reconocer sus méritos a los héroes, los laboratores o pecheros.

Esta guerra, la que externalizamos, se libra en todos los frentes y por los estamentos sociales, predominando el de los trabajadores, laboratores, que son los que están en las trincheras. Los balcones son fiel testigo de ese honor.

Los prolegómenos del desfile de la Victoria deben ir ensayándose en hospitales, ahora que se practican bailes a ritmo de Beyoncé o el "Resistiré" a coro quitando yerro al asunto. Entrenar el ritmo a marcar en el desfile del Día de la Victoria, en el paseo la Castellana, que encabezado por sanitarios, dependientes, camioneros, repartidores y autónomos, en definitiva los hombres buenos, los que los censos a partir del siglo XVI inscribían como pecheros para sostener a los otros dos estamentos.

El verdadero valor de nuestros bellatores, que son imprescindibles, estaría en esta ocasión en rendir homenaje al pueblo llano. Así, en Madrid presidirá el desfile de la Victoria una representación de las víctimas de la guerra, siendo el público para los vítores y aplausos los otros dos estamentos en un gesto de humildad que les catapultaría a la gloria, y que el reparto de condecoraciones lo sea, por una sola vez, para los pecheros o laboratores.

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