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De cine: "Charlie y la fábrica de chocolate"

El precintado de los parques infantiles

Hemos convertido los parques y jardines de Asturias como los de Babilonia y el relato del pecado original, de "niños eso no se toca".

Además de chuches del bien y del mal, la película de Tim Burton está llena de tentaciones y moralejas, despidos y alguna mala educación en las familias candidatas al premio tras desenvolver una chocolatina. En el reparto aparecen personajes como los Oomp Loompas que además de esquiroles muestran un franco parecido con personajes de la banca, son un aviso a los navegantes de la clonación y mano de obra silenciosa.

Nos falta un guarda parques como Johnny Deep con sus llaves advirtiendo que no subamos al columpio o tobogán, y que el abuelo no se siente en el banco si no quiere ser arrastrado a las tinieblas. No hay banco en Asturias que no esté precintado o intervenido como en la anterior crisis económica del 2008, es una simple coincidencia.

El empresario señor Wonka se sacó de la manga un ERTE para evitar el espionaje industrial dando empleo a unas ardillas a destajo, lo que estaría tipificado como maltrato animal. Para una ardilla que pudo ser rescatada de la explotación obrera por una de las candidatas va y es arrojada al pozo, cometiendo otra grave infracción del código ético y en contra de la igualdad de género.

Los riesgos de contagio en los parques y jardines de Asturias son los mismos que en cualquiera otra actividad social a estas alturas de la cuarentena. El reto de los educadores, tutores y demás orientadores de los educandos está en la célebre frase "¡a jugar!" que es el mejor acicate para promover el aprendizaje, sobre todo el innovador y reformulación de problemas en esos estadios del desarrollo, como hablar con la boca tapada, tocar con las manos cubiertas o despiojarse, en sentido antropológico, a dos metros de distancia entre primates, que eso somos.

Ya hemos trasladado esta inquietud nada menos que al Consejo General de Colegios de Educadores Sociales de España, los profesionales más cualificados para esta labor social. Es tiempo que el Observatorio de la Infancia de Asturias mueva ficha, y recurra a cientos de educadores sociales titulados que aguardan con paciencia infinita tener una función social prometida en su currículo, y que Willy Wonka readmita a sus obreros dejando escapar a las ardillas. En cuanto al Oompa Loompa, y solo uno, nombrarle director comercial.

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