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El Club de los Viernes

El problema es Sánchez

La gestión de la crisis por parte del presidente del Gobierno

En 1940, los generales alemanes aconsejaron a Hitler no atacar Francia. Ya habían perdido la Primera Guerra Mundial y todavía no estaban preparados. Hitler no les hizo caso. Aunque con éxitos iniciales, aquel ataque fue un error que costó millones de muertos.

Por esas mismas fechas, cuando las tropas nazis tenían al ejército británico acorralado en las playas de Dunkerque, los ministros de su propio gobierno recomendaron a Churchill negociar con Hitler. Para que la negociación fuera un éxito, aconsejaban comenzar ofreciendo al dictador alemán la cesión de Gibraltar y Malta, más la coadministración del Canal de Suez. Churchill respondió con sus históricas frases de que pelearían "en las playas, en las ciudades, en las colinas, en los campos" y que "nunca se rendirían".

La Historia nos brinda muchísimos más casos acerca del rol crucial del líder. No importa cuántos asesores ni de qué nivel sean. El líder, y solo él, es quien tiene la última palabra. Por eso, el criterio del líder es fundamental. Ese criterio es el que lo guía para designar a sus ministros, elegir sus socios de gobierno, sus asesores y definir sus políticas.

El criterio no se compra ni se alquila. A lo sumo, se puede entrenar a través de la experiencia. Por eso es esencial tener líderes con algún grado de experiencia, sea profesional, política o, al menos, de vida.

Pedro Sánchez llegó al gobierno sin experiencia profesional o política relevante; su juventud le impedía, además, tener una gran experiencia de vida. Con todo, diez millones de votos (siete al PSOE y tres a Podemos) lo ratificaron como presidente de gobierno. También hizo falta la soberbia de Albert Rivera, que en su ensoñación de superar al PP se negó a hablar con Sánchez, dejándole el camino libre para pactar con comunistas y separatistas-golpistas.

La falta de criterio de Sánchez le hizo, por ejemplo, subir exageradamente el salario mínimo (que ya cuesta más de 61.000 empleos en el servicio doméstico), acelerar el aumento del gasto público y exceder por un margen vergonzoso el límite de déficit acordado con Bruselas (el tope de 1,3% del PIB que habían dejado acordado Rajoy y Montoro fue, en 2019, un déficit de 2,8%).

Esa misma falta de criterio le llevó a elegir como ministro de Sanidad a un filósofo, sin antecedentes en materia sanitaria. Fue su falta de criterio la que hizo también que se alentaran manifestaciones (contra el criterio profesional), que luego se negara la pandemia y se decretara tarde y mal el estado de alarma. Además, la falta de criterio de Sánchez hizo que se anunciara sin necesidad la centralización de compras de material sanitario en un ministerio (el de Sanidad) que normalmente no compra nada (pues lo hacen las autonomías), de lo que surgió el desabastecimiento de mascarillas, gel desinfectante y demás material.

Su falta de criterio lleva a que se avance sin plan, con marchas y contramarchas, falseando información, espiando lo que hacen otros gobiernos para no quedar en evidencia. No se sabe ni siquiera cuántos muertos ha costado toda esta improvisación: al 12 de mayo, el gobierno nacional cuenta 26.920 fallecidos por coronavirus; sumando los datos oficiales de las autonomías, se llega a 41.528 muertos.

¿Alguien puede creer que esa misma falta de criterio puede ser una buena guía para la recuperación de la economía? La "V asimétrica" de la que habló la ministra Calviño significa que este gobierno es mucho más hábil para destrozar la economía que para levantarla.

La única certeza es que cuanto más tiempo continúe Pedro Sánchez en el gobierno, mayor será el daño económico y social de esta crisis. Más aún cuando su principal socio tiene como objetivo final cambiar nuestro sistema de libertades por otro similar al de la Venezuela bolivariana (quien aún lo dude, que busque en Youtube el vídeo "Pablo Iglesias Ateneo de Madrid"; desde el minuto 2:20).

No lo olvidemos: una parte de todo el sufrimiento que todavía nos toca vivir en esta crisis, se debe a la frivolidad y falta de criterio de Pedro Sánchez. Ojalá aprendamos la lección y nunca más, como sociedad, aceptemos candidatos de tan baja estatura moral e intelectual.

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