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Sol y sombra

El color del cristal

Rufián, en su papel, ha advertido al Gobierno que el chantaje ya no funciona, después de que Sánchez logrará el apoyo de Ciudadanos a una nueva prórroga del estado de alarma. Lo que proponían, a su vez, los independentistas republicanos era también extorsión: su respaldo a cambio de la famosa "mesa del diálogo", que en estos momentos tiene la misma urgencia que un pedido de aire acondicionado en el Polo Norte.

El problema es que la política que se practica funciona en términos espurios, de chantaje, tacticismo y sectarismo, con medias verdades o mentiras a medias.

Tenemos el ejemplo de las prórrogas de confinamiento que el Gobierno reclama, no para proteger la salud pública, sino para seguir en el uso torticero de los derechos constitucionales y aprovecharse de ello; que Ciudadanos dice que defiende por el mismo motivo y, sin embargo, es para buscarse un hueco tras el último varapalo electoral. Unidas Podemos apoya el mando único que excita el autoritarismo que tanto le gusta ejercer. Vox se opone a ella y anima las caceroladas en las calles, no porque crea en la libertad. La libertad y el partido de Abascal equivalen a aquello de Baroja de pensamiento y navarro. El Partido Popular mantiene su incapacidad de plantear una alternativa creíble al caos. Sucede con las manifestaciones del estado de ánimo, que empiezan a ser reprimidas cuando no convienen con la excusa razonada y razonable del contagio, pero solo en los casos de la derecha. Las cacerolas de Nuñez de Balboa y de otros lugares donde se exhiben las banderas españolas son reprobables para el Gobierno y la izquierda. Están poniendo en peligro la salud pública. Pero no parece ocurrir así cuando se concentran un centenar para despedir a Julio Anguita o en los homenajes de los etarras. Campoamor, más que un poeta del montón, era un filósofo cuando escribió "todo es según el color del cristal con que se mira".

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