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Futuro Europa

Reindustrializar Asturias

Una oportunidad de revertir el declive

Vamos a empezar por el principio, vamos a empezar por lo importante: sin industria, Asturias muere. ¿Por qué hay que decir esto ahora? ¿Y por qué lo digo yo desde Bruselas?

El impacto económico del covid-19 está siendo muy fuerte. A medida que vamos controlando la emergencia sanitaria, tenemos que entrar de lleno en la mentalidad de emergencia económica.

Desde el Parlamento Europeo lanzamos la semana pasada un mensaje contundente con la aprobación de un plan de recuperación respaldado por los cinco grandes grupos de la Eurocámara -y esto es muy importante, ya que ocurre pocas veces-. Ese plan deberá ser completado por la Comisión Europea, pero el compromiso de los líderes de Alemania y Francia del lunes pasado ha sido alentador. Aunque hay que dar más pasos y resolver la cuestión no menor de la financiación, lo logrado es histórico: subsidios, que no préstamos, por valor de 500.000 millones de euros. Y, por encima de la cantidad, la sustancia: una respuesta europea a la crisis.

Esta respuesta, que algunos llaman Plan Schuman en homenaje a la ambición y el pragmatismo de los pioneros que forjaron la UE, va a suponer una ayuda para los sectores y las regiones más golpeados, pero también va a servir para que Europa dé un salto adelante en la transformación de áreas en las que tiene que ser globalmente competitiva, como la digitalización, para acortar distancias con EE UU y China, y el pacto verde, para desarrollar infraestructuras sostenibles.

Ambas transformaciones, la digital y la verde, se tendrán que apoyar en la industria. El covid-19 ha dejado en evidencia las debilidades de nuestras cadenas de suministro y la dependencia excesiva de terceros países del suministro de componentes o materias primas estratégicas. Por eso, la recuperación de nuestra soberanía y competitividad industrial serán pilares fundamentales en este plan. La industria del pasado ha de tener cabida en esta nueva etapa, pero siempre mirando al futuro

Y creo que esta es la gran oportunidad para Asturias, que ha tenido siempre una fuerte tradición industrial y energética -sin olvidarnos del papel fundamental de la industria agroalimentaria- pero que ha ido dejando muchas empresas por el camino a lo largo de las diferentes crisis y reestructuraciones. La despoblación y el desempleo juvenil han sido consecuencias claras de este declive industrial.

Veamos aquí la oportunidad para revertir el declive. Tenemos todos los mimbres: un tejido industrial muy diversificado, trabajadores bien cualificados, infraestructuras logísticas de primer orden como los puertos industriales de Gijón y Avilés, la Universidad de Oviedo, la red de centros tecnológicos y mucho, mucho talento.

Aprovechemos los fondos de recuperación europeos para poner en marcha proyectos innovadores de energías renovables, llevar a cabo las costosas inversiones que transformen las instalaciones de la industria electrointensiva, recalificar a los trabajadores, apoyar la digitalización de las pymes y lograr en la próxima década una industria descarbonizada y competitiva.

El desafío no es fácil, pero los momentos excepcionales requieren decisiones excepcionales. El impacto que la pandemia va a tener en el turismo y los servicios podría llevar a muchos jóvenes a tirar la toalla y partir a otros lugares en busca de oportunidades. La industria ofrece perspectivas estables a esos jóvenes y salarios que eviten la estacionalidad. Por eso, aquí y ahora, os digo que lo que no podemos perder de vista es la importancia de la industria para nuestra región.

Pero también debemos hacer los deberes en Europa. Durante mucho tiempo la Comisión, más preocupada por salvaguardar las condiciones de libre competencia del mercado interior, receló de trazar una estrategia industrial. La industria europea tiene que ser eficiente energéticamente, competitiva, circular y sostenible, pero debe operar en un entorno competitivo justo y en igualdad de condiciones a nivel mundial. Si la UE no presiona para asegurar la igualdad de condiciones de todos los Estados en el mercado internacional, nos va a ser muy difícil poder competir con los grandes subsidios estatales de países como China. Es el momento de que Europa enseñe músculo, de asegurar que nuestras normas de competencia son las adecuadas y que se protege mejor nuestra propiedad intelectual; de definir un mecanismo de ajuste en frontera para que las importaciones de acero cumplan con los requisitos medioambientales del Acuerdo de París. Y si terceros países pueden acceder a la contratación pública de la UE y a su financiación, ¿no debería haber acceso recíproco a la contratación pública en esos países?

Debemos entender la importancia de invertir en innovación para hacia el futuro y conseguir alcanzar un punto en el que puedan convivir la industria y la sostenibilidad. Un ejemplo clave es el papel del hidrógeno para transformar la industria electrointensiva.

Gracias a la digitalización, las pequeñas y medianas empresas van a poder jugar un papel mucho más importante en la modernización industrial, a pesar del retraso en el despliegue de la fibra óptica en muchas zonas. Creo que es importante que allanemos el terreno para que centros de innovación, universidades y pymes se complementen y suplan las carencias que tiene cada una. Si conseguimos esa triangulación, podremos ayudar a actualizar y mejorar las capacitaciones de la fuerza laboral asturiana.

Estamos hablando, desde Europa y en esta brutal crisis, de que la industria tiene que ofrecer alternativas reales de crecimiento y de empleo para toda la región, con el foco puesto en los jóvenes y en su futuro. Podemos hacerlo. Debe ser una prioridad del Gobierno del Principado, y del Gobierno de la nación. Para que -y acabamos como empezamos- los servicios, el turismo, el campo y, desde luego, la industria de Asturias, no mueran.

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