Los documentos publicados esta semana por LA NUEVA ESPAÑA que abogan por construir la estación intermodal de Gijón en Moreda en vez de hacerlo en las proximidades del Museo del Ferrocarril han provocado un terremoto político y social en torno a un asunto que lleva en la agenda de la ciudad la friolera de 18 años. El cambio de ubicación aconsejado por los técnicos y que han respaldado ya la alcaldesa, Ana González, y el presidente del Principado, Adrián Barbón, implica romper el consenso logrado hace nada entre diferentes partidos y administraciones sobre la infraestructura a cambio de abaratar y agilizar las obras. Y supone regresar a un proyecto impulsado en su día por el PSOE y tumbado posteriormente por el PP en el Gobierno central y por Foro en el Ayuntamiento. Llegados a este punto y tras una espera tan larga, la sociedad gijonesa no se puede permitir más retrasos. Continuar con una estación de tren provisional, mal situada y peor provisionada, y con otra de autobuses deteriorada e impropia del siglo XXI es un insulto a la ciudadanía.

Tres son los estudios que han levantado la polvareda de estos días. Uno es un exhaustivo informe técnico del Ministerio de Transportes (antes de Fomento) que desglosa detenidamente las características de las dos alternativas planteadas: la de Moreda y la del Museo del Ferrocarril. Otro es un análisis comparativo realizado por una arquitecta del Principado y un ingeniero del Ayuntamiento en base al documento del Ministerio. Y el tercero es un escrito que lleva la firma de un asesor de Gijón al Norte, la sociedad con representación del Gobierno central, el Principado y el Ayuntamiento encargada del desarrollo de los terrenos del "solarón". Este último es el más contundente y llega a calificar de "disparate" la opción del Museo del Ferrocarril.

Las ventajas de Moreda que se deducen, sobremanera, de los documentos hechos en Asturias se pueden resumir en que implicaría un ahorro de al menos 67,81 millones de euros, los trabajos de ejecución serían menos complejos y resultaría más viable desde el punto de vista medioambiental. Además, la liberación de terrenos conllevaría unas mayores plusvalías urbanísticas para las arcas municipales. La opción del Museo del Ferrocarril cuenta a su favor con una mayor centralidad, que en todo caso, siempre según los técnicos, quedaría asegurada gracias a la parada del metrotrén en la plaza de Europa, independientemente de dónde se situara la intermodal.

Retomar el plan de Moreda por el ahorro de tiempo y dinero que implica es una jugada arriesgada por parte del PSOE porque, de haber contratiempos, deberá asumir el coste político de la operación. Este partido controla las tres administraciones implicadas en el proyecto, totalmente ineludible para el Gijón del siglo XXI y que ya va con casi dos décadas de demora. Para bien o para mal, suya es ahora toda la responsabilidad.