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"La gran belleza" y Paolo Sorrentino

La confusión y la inquietud de la vida

Todo en la vida es confuso. Junto a la constante inquietud, vive latente el tiempo, el mismo que poco a poco nos pinta el rostro de enfermizo y nos va preparando para ser cadáveres. Pesa el ambiente, sí, los días van pasando y muchos son el sugestivo gesto que define la bondad y la maldad a la vez. Desde luego, durante mucho tiempo, venimos obteniendo de la vida una hipótesis puramente mecánica, endulzada con un cierto hedonismo: ya, pero ¿y ahora qué? El azúcar se ha vuelto veneno y la realidad es una acción que no sabe lo que busca. Buscamos la participación crítica (sin antes alimentar nuestras convicciones) y claro, así, siendo solo compromiso verbal o escrito no vamos a ningún lado. Bueno sí (sonrío) a las añadiduras que agrega el desconocimiento de uno mismo y siempre son método activo que define lo que no somos.

Hay una película que ilustra muy bien lo que estoy diciendo, de una manera magistral y crítica nos muestra el empeño que tenemos los seres humanos en aparentar; la mayoría de las veces somos la nostalgia que transforma nuestra frustración en personajes imaginarios, combatiendo nuestras carencias con placeres efímeros. La película de la que hablo es "La gran belleza" de Paolo Sorrentino; Jep Gambardella (el protagonista) es un escritor de 65 años que se refugia en el hedonismo y junto a su mirada (en un momento de la película) ve la enorme tristeza de lo inconsistente, de lo soñado para un rato. Los instantes falsos que vivimos son el testimonio vulgar que tarde o temprano nos deja asténicos...

Las cosas han cambiado, todos a día de hoy, somos la preocupación que endeuda su alma con la suplica; la verdad, de nada nos vale dormir un rato en paz, si al día siguiente todo vuelve a ser sofocante. No, no podemos negar el carácter dominador de las tragedias, hay días que pienso que todas (sin excepción) tienen olor a barreño con agua estancada. Sin embargo, creo que el triunfo está en no asustarse ante cualquier palabra, muchas son la sombra que esconden otras razones (muchas veces desconocidas) y en ocasiones son la máscara de un engaño.

Admito que tengo debilidad por Paolo Sorrentino, me siento atraída por su forma de elevar la alegría y ponerla siempre en peligro de muerte; los seres humanos somos insaciables, pero en algún momento de nuestra vida (igual es ahora) debemos comer raíces. Sí, la monja que sale en la película simbolizando a la muerte se lo dice al protagonista. Dice Jep Gambardella: "Son bonitos los trenecitos que hacemos en las fiestas, ¿verdad? Son los más bonitos del mundo porqué no van a ninguna parte". Les recomiendo ver "La gran belleza" es una obra de arte en todos los aspectos.

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