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LNE FRANCISO GARCIA

BILLETE DE VUELTA

Francisco García

Sanadores y senadores

La concesión del "Princesa de Asturias" de la Concordia al personal sanitario que peleó con el coronavirus a brazo partido -y en ocasiones a pecho descubierto, envuelto el torso hipocrático en elementales medidas de protección frente a un enemigo invisible y mortal- es digna del mayor aplauso. Aunque se olvide de los que se emplearon en la segunda línea de batalla y que perdieron la vida en el empeño, como la doctora de atención primaria Isabel Muñoz, de 59 años, que atendía el consultorio de la Fuente de San Esteban, en Salamanca, y murió infectada, sola en su casa.

Nunca antes podría la sociedad civil manifestarse más de acuerdo con la entrega del preciado galardón a un colectivo que se haya significado de manera tan profesional y solidaria en el desempeño de su labor. En los momentos más duros, comprometidos y trágicos de la pandemia hubo que reclamar al frente sanitario a médicos jubilados, y preparar en horas contadas para su bautismo de fuego a recién licenciados con marchamo de MIR. Cuando esta pesadilla acabe y la recordemos como un mal sueño que se llevó cuantiosas vidas por delante, habrá que recomponer el sistema sanitario y hacerlo más robusto y prevenido, mejor dotado y más reconocido, en salario y prestigio. Y si hace falta más dinero para que la sanidad española mejore sus defensas se me ocurre una fórmula presupuestaria bien sencilla: clausuren organismos baldíos e ineficaces vinculados a las administraciones públicas, reduzcan el número de ministerios y consejerías y prescindan de los comisarios políticos nombrados a dedo que ocupan altos cargos. Incluso, si es necesario, sepulten el Senado, que este país requiere en este momento más sanadores y menos senadores.

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