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Camilo José Cela Conde

Memorias

El intento de Trump de que un juez prohíba a su exasesor de seguridad John Bolton publicar un libro autobiográfico

La Casa Blanca anda empeñada en que un juez federal de Washington prohíba a John Bolton, exasesor de seguridad del presidente Trump, sacar a la luz sus memorias en forma de libro. Si yo fuera juez, que por suerte no lo soy, me preocuparía por encima de todo la capacidad de recuerdo de Bolton. Los psicólogos cognitivos han puesto de manifiesto de manera exhaustiva que los recuerdos son, en su gran mayoría, falsos. Suponen el mecanismo con el que nuestras mentes intentan dar coherencia al mundo que nos rodea y a los acontecimientos que se suceden en él. Hay un experimento muy conocido en el que se van mostrando a los participantes sucesivas láminas de una gigantesca bola de nieve que rueda ladera abajo hacia un chalet en el que hay varias personas. La última lámina muestra a los vecinos fuera de la casa, cubierta ya por completo por la nieve, que se tientan la ropa muy excitados pensando en la suerte que han tenido. Cuando se pregunta a los sujetos del experimento si se les ha mostrado una lámina con los excursionistas saltando por las ventanas, la inmensa mayoría dice que sí aunque ninguno de ellos haya visto dicha lámina. Los participantes deducen que, si los supervivientes están fuera de la casa aplastada, tienen que haber salido de ella.

Pero en realidad Trump se teme lo contrario con las memorias de Bolton: que sus recuerdos sean firmes y fiables, en particular respecto de episodios que el presidente querría que quedasen ocultos para siempre jamás. Como el de las presiones a que sometió al Gobierno de Kiev con el fin de que desde Ucrania se lanzasen sospechas hacia los contrincantes electorales de Trump; un asunto que llegó a los tribunales con un recorrido muy corto gracias a las maniobras del Partido Republicano.

Que, gracias a un libro de memorias, se conozca lo que sucedió en aquella y otras ocasiones es material bien jugoso. La administración Trump considera que todos los hechos a los que tuvo acceso Bolton quedan protegidos por las leyes y los acuerdos de confidencialidad. Pero los Estados Unidos son un país que cuenta con un Constitución admirable, cuya primera enmienda protege la libertad de expresión y de prensa (además de garantizar el derecho a elegir religión), prohibiendo que se aprueben leyes que menoscaben tales libertades. Así que el tribunal que se haya de enfrentar a la demanda de Trump contra Bolton va a sentar un precedente importantísimo acerca de cuáles son los valores más importantes; los de la defensa del aparato de Estado, incluidas sus alcantarillas, o los de la libertad de prensa entendida en su ámbito más amplio. Pero lo único que queda claro ya de antemano es que las censuras funcionan mal y, cuando se difunda por los medios que sean el libro de Bolton, el éxito que va a tener es de los de órdago a la grande.

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