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Javier Cuervo

UN MILLÓN

Javier Cuervo

Carga vírica económica

Aunque no te encuentres mal, la incertidumbre es tan alta que es difícil saber si estás, si eres asintomático o si incubas. En un test puede cambiar todo. Hemos visto a los que han sucumbido a la covid económica y no han vuelto a levantar cabeza ni persiana, a los que la han sobrevivido, pero tienen secuelas -de paro, de créditos-, y acaba de empezar un verano de animación suspendida, de enlentecimiento de la respiración y el latido, para no llamar la atención.

Al venir del silencio, a los bramidos de la desescalada ideológica se les nota más la estupidez. "El gran compromiso nacional", "la dinamización del consumo de los hogares", "el impulso y la recuperación de la confianza" suenan extemporáneos para la gente que no tiene ni con qué ni ganas de dinamizar el consumo, ni está en condiciones de recuperar la confianza porque no sabe si está asintomático o incubando en medio de una carga vírica económica tan alta. Hay muchas personas que aún no se atreven o no quieren salir de casa, aunque estemos todo el rato buscando multitudes y grupos de incontrolados para hacer control de mascarillas y escandalizarnos.

Se contradicen los sentimientos, se enzarzan el miedo y las ganas, y el remedio mágico es el gel hidroalcohólico, ese producto antiséptico contra las bacterias hospedadas en la piel. Todos los que pedían medidas claras y seguras para volver a su actividad han regresado a lo mismo de antes, pero con dispensadores de gel "estratégicamente situados". Gel para seguir igual, agua bendita para conjurar el mal y, si no puede ser, para lavarse las manos en medio de la incertidumbre asintomática y la aprensión a respirar y a latir, rodeados de una carga vírica económica de la que no protegen las mascarillas.

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