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Millas

EL TRASLUZ

Juan José Millás

Un híbrido

Ahora que el Gobierno nos ayuda a comprar un coche, lo que yo necesito es una nevera.

-Pues compramos un coche con climatizador y lo ponemos en la cocina -dice mi mujer (supongo que de broma).

Las neveras funcionan gracias a un circuito de gas que mantiene fresca la mortadela del mismo modo que el aliento del diablo nos hiela la sangre (la mala sangre). De pequeño, sufrí unas fiebres que atribuyeron a la ingestión de un embutido en malas condiciones. No teníamos nevera, ni coche. Carecíamos de cosas palpables, pero estábamos rodeados de personajes invisibles. Lucifer era uno de ellos.

-La nevera falla -le digo a mi psicoanalista nada más tumbarme en el diván.

-Ya -asiente ella.

-Y el calor aprieta -añado yo-: la nevera falla y el calor aprieta.

-Vaya.

Mi psicoanalista siempre dice "vaya", jamás "vaya por Dios", que es la expresión de habitual.

-Debería usted decir "vaya por Dios", como todo el mundo. Decir sólo "vaya" es como quedarse a medias.

-¿Cree usted que Dios tiene que ver algo en todo esto? -pregunta.

-El diablo, más bien -respondo-. El aliento del diablo es gélido. Quizá el gas con el que funcionan las neveras proceda, paradójicamente, del infierno.

-Muy bien -me da ella la razón.

Hay sesiones en las que parece que no se va a ninguna parte, pero que constituyen una inversión a largo plazo. Tarde o temprano hallaremos un sentido a estos asuntos donde se mezclan los problemas de orden doméstico con la teología y la demonología. Sólo es cuestión de tiempo y de paciencia.

Cuando llego a casa, mi mujer está vaciando el congelador, pues se ha echado todo a perder. No sé si llorar o tumbarme en el sofá. Finalmente me dejó caer en el sofá y enciendo la tele, donde en ese instante hablan de las ayudas al sector del automóvil. El diablo me susurra al oído que se trata de una oportunidad única para adquirir un híbrido. Dios mío, un híbrido.

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