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Líderes para la reconstrucción

La pandemia ha examinado a los que mandan, ha desvelado nuevas formas de influencia social y ha puesto sobre la mesa requisitos más exigentes

Las crisis son momentos de cambio, ruptura, incertidumbre, inestabilidad? pero también de esperanza y optimismo. Son tiempos que examinan y evalúan el liderazgo. Asistimos a un fenómeno bastante extendido en nuestra sociedad actual que confunde liderar con imponer o someter a personas buscando exclusivamente salirse con la suya. El liderazgo no es liderazgo cuando desprecia el argumento como método de persuasión y no respeta a las personas. ¡Cuidado con esos líderes que pretenden someter! ¿Son líderes? Rotundamente, no.

La pandemia nos ha retratado a todos. Ha identificado a aquellos que se han unido y trabajado en aras del interés general. Son muchos los colectivos profesionales y sociales, y muchas las personas, que han encendido un espíritu solidario que parecía un tanto apagado. Y lo han hecho de forma discreta y altruista. Frente a la mayoría, el coronavirus ha desnudado a algunos, mostrando sus vergüenzas: afán de protagonismo, soberbia, escasa sensibilidad o empatía, rigidez, ausencia de autocrítica, manipulación a través de medias verdades y mentiras, ineficacia, sectarismo?

Resulta apasionante observar cómo irrumpen nuevos estilos en los que se anteponen la responsabilidad y el bien común. Ante la sensación de desasosiego de muchas personas, los buenos líderes deben estar para ayudar a su gente a superar los tiempos difíciles.

Liderazgo es la capacidad de influir o dejar huella en otras personas. El líder no nace, se hace. No está determinado por la composición de su genoma. Hay personas más carismáticas que otras porque su patrón de personalidad les ayuda en las relaciones sociales, pero también porque han aprendido de modelos competentes en las edades más tempranas. Hay cualidades innatas y naturales. Pero también hay otras muchas que se pueden aprender e interiorizar a lo largo de nuestra trayectoria vital, utilizando la inteligencia emocional. El liderazgo se aprende, se entrena, se desarrolla y puede morir por éxito, torpeza o mal asesoramiento.

En momentos de crisis o dificultad, el buen líder transmite tranquilidad, se mueve con honestidad, se autogobierna por el rigor, nunca persigue su interés personal? Asume responsabilidades, no señala culpables, ayuda y busca soluciones.

Lo decisivo hoy es la puesta en marcha de mecanismos que mejoren la vida de las personas. Lo importante no es la representación parlamentaria, sino cómo se utiliza. Son infinitamente más valiosos 10 escaños que construyen que 52 que buscan de forma sistemática la crispación. Un buen movimiento de peones puede provocar la caída del rey porque lo necesario, en este tiempo, es la crítica unida a las propuestas. Si los demás te temen, es sinónimo de que estás haciendo las cosas bien.

El coronavirus ha zarandeado el liderazgo en nuestra sociedad. Mientras unos se oxidan o se desgastan, otros emergen con una fuerza que va más allá del protagonismo individual. Me refiero al protagonismo del personal sanitario, militares, cuerpos y fuerzas de seguridad, personal de limpieza, dependientas, transportistas, empresarios, trabajadores que están centrados en ayudar? Es un nuevo liderazgo ciudadano o cívico que se ha hecho acreedor al reconocimiento de toda la sociedad. Son nuestra "autoridad moral" del momento presente. No debemos olvidarles cuando pase la crisis y deben contar con nuestro respeto siempre. La sociedad debería recordar quiénes han estado del lado de todos y quiénes han perseguido su interés de forma mezquina.

El talón de Aquiles de la ausencia de liderazgo es justamente la incapacidad para decir no, el querer quedar bien con todo el mundo, satisfacer a todos, y no demostrar capacidad de discernir y tomar decisiones.

El líder del siglo XXI tiene que ser más democrático y concertador. Empático, asertivo y humilde. Ha de proyectar confianza y honestidad. Ser auténtico. El buen líder es aquel capaz de dejar a un lado el cortoplacismo y la búsqueda del beneficio individual para centrarse en el bien común.

La sociedad necesita de personas que den un paso al frente, se pongan delante, tiren del carro y hagan un ejercicio de honestidad, generosidad, solidaridad, responsabilidad y eficacia.

Algunos hay. Basta saber verlos.

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