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El "derecho a la vida" de los grandes dependientes en la "nueva normalidad"

El trato de la sociedad a las personas que no pueden valerse por sí mismas

La intención de estas líneas es hacer reflexionar a todo aquel que las lea sobre el futuro de las personas dependientes y grandes dependientes en la nueva (a)normalidad y mostrar cómo este colectivo ha sido relegado al lugar más oscuro y tétrico en el "plan de desescalada" y, en consecuencia, en la sociedad del siglo XXI.

Me refiero al colectivo no autónomo por carecer de la capacidad de ejercicio de sus funciones psíquicas y físicas por el elevado deterioro de unas u otras, o ambas. Es decir, personas que no pueden decidir, personas que aunque puedan decidir no pueden hacer, personas que podrían hacer sin criterio de seguridad para sí mismas y/o personas que ni pueden decidir ni hacer.

Quisiera en primer lugar recapacitar sobre el enfoque del término "derecho a la vida" con base en el que todas las decisiones sociosanitarias han sido tomadas en los últimos meses.

¿Qué significa el "derecho a la vida" para una persona dependiente y gran dependiente? Desgraciadamente, en el caso de estas personas, tal derecho está sujeto a una serie de cuidados y terapias que los no dependientes no precisan. Parece algo muy obvio pero que los organismos pertinentes han decidido eliminar del significado de la expresión sobre la que apoyan todas sus decisiones. No entraré en si el sesgo del término se ha hecho por ignorancia, incompetencia o estrategia económica. Lo cierto es que debido al confinamiento derivado del "estado de alarma", este colectivo ha visto reducido al cero absoluto el derecho a la atención de sus necesidades básicas. Aunque el objetivo principal es "evitar los contagios" (no admitiendo esta afirmación discusión alguna), considero que no se han tenido en cuenta las necesidades del colectivo de dependientes y grandes dependientes en lo que se refiere a la pérdida de sus derechos sanitarios, derechos en los que están incluidas las terapias físicas, cognitivas y psicológicas que los servicios sanitarios han pautado en función de cada caso.

A día de hoy, los derechos de atención al nivel prescrito a las personas dependientes y grandes dependientes que viven en centro públicos y privados no han sido contemplados en la desescalada que ya no tan tímidamente permite bañarse en la playa, tomar una copa en un bar de ocio nocturno e ir a esa discoteca que tanto se echa de menos.

Surgen bastantes dudas sobre el real cuidado que se dice procurar a las personas que viven en residencias al protegerlas contra el virus cuando se relacionan los términos "estado de alarma" y "plan de desescalada". En el plan diseñado por los organismos pertinentes para aliviar el confinamiento de la población y la recuperación económica en el proceso hacia la "nueva normalidad", no se han tenido en cuenta las necesidades y derechos del colectivo de personas dependientes y grandes dependientes residentes en centros gerontológicos. Imagino que todo el mundo recuerda aún los conocidos horarios para niñas y niños, deportistas y personas mayores estipulados en la primera fase. Pero ¿dónde estaban y están las personas dependientes? Este colectivo vulnerable, también denominado en ocasiones "población de riesgo", que reside en su mayoría en centros residenciales ha sido borrado totalmente de la ecuación. Para hacer esta afirmación es necesario señalar que en estos centros residenciales no sólo viven y se tratan ancianos, sino también personas con la imposibilidad de ser atendidas adecuadamente en casa debido a las patologías que padecen y la falta de adecuación y medios en los domicilios particulares. No ha habido ningún tipo de medida encaminada a recuperar el curso normal de sus tratamientos ni tampoco a aliviar la situación de aislamiento de este colectivo (confinados en sus propias habitaciones y/o planta) ya que el principio básico de actuación se resume en la expresión "derecho a la vida".

¿Qué está fallando? ¿Por qué el sistema público no es capaz de responder a las necesidades del colectivo de dependientes y grandes dependientes? ¿Por qué hemos permitido que los intereses económicos de terceros gobiernen la última etapa de nuestra vida? ¿Es un negocio ser dependiente? (?)

Sin duda ha quedado al descubierto que no tenemos el más mínimo respeto por el difícil tramo de vivir o envejecer desde la perspectiva de las personas grandes dependientes. La manera de organizar los centros residenciales gerontológicos (el Principado de Asturias carece de un centro público especializado para grandes dependientes) ha sido y es la peor herencia que podríamos dejarnos a nosotros mismos. Parece que no cuentan aquellos que no tienen capacidad productiva para reactivar la economía. ¿Qué significa entonces el Estado del Bienestar?

Les invito a echar una mirada al norte de Europa, por ejemplo, a ese país que ocupa algunos de los artículos económicos de la prensa provincial y nacional por sus declaraciones relacionadas con los "corona-bonos" o "la reconstrucción solidaria de Europa". Fíjense en lo bueno y dejen lo malo. Utilicen su pensamiento crítico para valorar cómo podemos respetar de verdad los derechos del colectivo de dependientes y grandes dependientes y no pensando en ellos como si fueran un magnífico ficus que sólo necesita agua y luz. Porque sí, las plantas lo tienen mucho más fácil para que su "derecho a la vida" sea respetado.

Quisiera pensar que en el plan de reconstrucción que el Estado está diseñando, y en el propio del Principado de Asturias, se tendrán en cuenta los derechos de las personas dependientes y grandes dependientes, aunque con base en los criterios empleados en las fases hacia la "nueva normalidad" no hay atisbo alguno de ello. ¿Se imaginan un sistema público que pudiera garantizar los cuidados de las personas que no se valen por sí mismas, que dispusiera de instalaciones adecuadas para la convivencia de un grupo reducido de residentes con los profesionales necesarios y que garantizase por derecho propio la calidad de vida que realmente merecen? ¿Se imaginan ser el ejemplo a nivel mundial en cuanto a la gestión de los centros públicos para personas mayores y dependientes? ¿Se imaginan ser un paraíso para los seres humanos en todas las etapas de su vida? Qué importante es saber gestionar y diseñar planes de actuación desde una perspectiva humana y qué difícil es combinarlo con una recuperación económica al gusto de todos los sectores productivos. Y qué fácil es convencer basándose exclusivamente en el discurso económico, porque no es responsable solo el que sabe enfocarlo así, sino también el que únicamente sabe escuchar ese enfoque.

Espero que estas reflexiones ayuden a que los criterios que se barajen para la recuperación económica de Asturies no hagan peligrar la integridad del colectivo que actualmente menos contribución económica puede aportar a la recuperación, aunque sí hayan contribuido al común con su trabajo mientras les fue posible. Tenemos que entender el valor de proteger los derechos de estas personas como un símbolo de justicia social, modernidad y equidad, sabiendo que nuestra posible situación de dependencia será cubierta por los servicios públicos con dignidad y calidad.

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