Si el Sporting no gana al Huesca en la última jornada, cosechará su segunda peor actuación del siglo XXI en Segunda División, sólo por encima de la aciaga temporada 2002/2003, en la que Maceda cogió al equipo a mediados de octubre tras la destitución de Pepe Acebal y debutó con un doloroso 4-0 en Albacete. Aquella derrota llevó al técnico valenciano a pronunciar una frase que se convirtió desde el primer momento en eslogan de las calamidades rojiblancas, muy duraderas: "Esto es lo que hay, no nos engañemos". Tan vigente sigue esa sentencia que da vértigo. Lo de ayer en Almendralejo, la población pacense de 33.474 habitantes que tiene a su equipo descendido, fue sólo el demoledor epitafio a una campaña que ha estado marcada de principio a fin por el desencanto. Ni un sólo jugador ha rendido al nivel esperado, menos aún los fichajes. Y a Djukic sólo queda agradecerle su profesionalidad, que es la mejor despedida que se le puede dar a un técnico que no ha cumplido sus objetivos. Por si alguien tenía alguna duda, la plantilla se encargó en el Francisco de la Hera de aclarar que el serbio no seguirá un año más. Si le querían, no se ha notado.
Las sensaciones del encuentro de anoche son tan malas que es muy complicado salvar a algún futbolista de la quema. Por decir algo y por ser de la casa, se puede librar la actuación de Gaspar, que disputó los segundos 45 minutos con mucho corazón, como si le doliera en el alma lo que estaban haciendo sus compañeros. Se supone que el canterano tendrá un mayor protagonismo de ahora en adelante, con Javi Rico apelando al espíritu de Mareo para un proyecto en busca de entrenador. Los días previos a la catástrofe han sido una catarata de nombres y desmentidos. Tantos que alguien podría pensar que media España se está pegando por entrenar al Sporting y la otra media lamentando no poder hacerlo. El prestigio de un club se degrada en encuentros como el de ayer. Levantar cabeza no va ser tarea fácil porque, 18 años después, "esto es lo que hay, no nos engañemos".
