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Matías Vallés

Europa rescata a España de nuevo

Los hábitos pedigüeños de un país que cede su soberanía a cambio de los dineros de los ricos de la UE

Un dirigente de UGT?llamaba el lunes en público "sinvergüenzas" genéricamente a países como Holanda o Austria, por negarse a sacrificar su correcta ejecutoria presupuestaria en aras de España. La apelación a la sinvergonzonería aporta otra prueba de la altura del debate político nacional, pero es significativa ante todo por trasladar una cuestión económica a los estribillos del sainete moralizante. La "frugalidad", que debiera entenderse como una virtud en tiempos de pandemia, pasa a constituir un vicio horrendo. Desde la lógica de los hidalgos que sigue imperando al sur de los Pirineos, sorprende la facilidad con la que el país patriótico por excelencia cede su soberanía. Cobrando, claro.

Europa rescata a España de nuevo, como cada década. En la penúltima oportunidad se debió al pésimo funcionamiento de las instituciones financieras, ahora se compensa una sanidad peor que tercermundista, dado que los resultados contra el coronavirus han empeorado notablemente a Vietnam. En ningún momento ha surgido el orgullo de los tercios de Flandes, la decisión de salir del desastre por los propios medios. Un país que no pinta nada en investigación ni innovación se ha limitado a colocar el cuenco, para recibir una gigantesca limosna de los países "sinvergüenzas". Esta vez ni siquiera se comparte la exclusión con Grecia, Irlanda o Portugal, que han dado una lección sanitaria a su acompañante en los PIGS.

El Gobierno celebra que el nuevo rescate no imponga condiciones. No es un triunfo español, sino otra lección de pragmatismo de la Unión. Para qué acumular exigencias hacia un socio que ni siquiera intentará cumplirlas, porque dedica más energía a combatir independencias fantasmagóricas que a corregir su dependencia radical de otros Estados. Pese a las precisiones europeas, España no necesita mejorar mientras no le dé vergüenza pedir.

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