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Lencería política, por Juan Carlos Herrero Antropólogo

El picardías del señor Picardo

Juan Carlos Herrero Antropólogo y educador social

Hablar de lencería política no es baladí, máxime si se trata de un parte tan íntima como el protuberante Peñón, motivo de permanentes litigios, aun hablando de soberanías fiscales. Otra intimista arbitrariedad se resume en el huidizo Brexit, creyendo que hay un antes y un después, cuando la escrituración del otero ya fue consolidada en el siglo XIX como colonia, la del señor Boris Johnson, quien recientemente exhibe músculo en un pesquero escocés con una ñocla que asemeja a un culturista fornido, haciendo guiños a su autonomía preferida.

En el último encuentro hispanollanito en Algeciras, mientras nuestra ministra oculta sus labios con apenas una gasa higiénica, el ministro principal de Gibraltar exhibe boquiabierta su expresión, impresionando diplomáticamente a la embajadora española. La estrategia forma parte de esa fina lencería política que se nos escapa al ciudadano común, pero que tiene una especial relevancia a la hora de encandilar al contrario. La sensualidadaccesibilidad forma parte del diálogo. El señor Boris habla de reconciliaciones refiriéndose al previo nupcial en la enfermedad y la salud respecto a Escocia.

A saber qué se insinúa en lo tocante a Gibraltar. El covid19 fue capaz de redescubrir el erotismo de los labios con diseños atrevidos que llevan a nominar en braga lo que ha sido bufanda, en picardía lo que es una simple mascarilla profiláctica traslúcida, sugerente lencería con la que puedes imitar la insinuada postura del agente 007 la que borda José Mota en sus imitaciones, hasta la bondad de permitir que te lean los labios quienes tienen dificultad para escucharte.

La gracia gaditana se puede resumir en una de las frases más expresivas escuchadas en la propia Algeciras: tiene más labios que una vaca silbando resume la sensualidad de una persona que ostenta una boca atractiva, al fin y al cabo la cirugía estética hace más de un arreglo de comisuras con objeto de sentirnos guapos y atractivas.

El ángulo de visión en el encuentro, para la señora ministra, fue intencionalmente desviado, mientras sus amplios ojos permitían al ministro principal atisbar cualquier lectura en su discurso sobre el post Brexit.

-Ojos que no ven, labios que nos sientes pudiera ser la frase a timbrar para reivindicar la lencería política. Las asesoras de imagen de nuestros políticos deberían tomar nota.

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