La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

BILLETE DE VUELTA

Francisco García

Pulpa de tamarindo

Promover cambios en el paseo de la playa de San Lorenzo es abrir el muro de las lamentaciones

Todo lo que en Gijón tenga que ver con el Muro de San Lorenzo concita con frecuencia una batalla dialéctica de güelfos y gibelinos que, enarbolando cada cual su bandera, se enzarzan en discusiones bizantinas de tribuna periodística, de salón de belleza y de barra de chigre. Si es por la presencia de perros en la playa, no se alcanza acuerdo en si tienen que ser antes los galgos o los podencos. Si se cortan carriles al tráfico y se prima al peatón, se quejan a bocinazos los taxistas, obligados a hacer más rodeos por la avenida de la Costa que El Llanero Solitario en los tebeos. Si mandan a los patinetes conducirse por el carril bici, se enfadan los ciclistas, que no quieren intrusos a motor haciéndoles la goma. Y si ordenan desde el Ayuntamiento talar un par de árboles del paseo, le sacan cantares a la Alcaldesa como si fuera la vocalista de "Los Tres Sudamericanos" bailando una cumbia al ritmo de "Pulpa de Tamarindo".

Es lo delicioso de los gijoneses, su capacidad anárquica para cuestionarlo todo, el empeño en contrariar a los munícipes, en llevar la contraria al poder y en tomar la calle a las primeras de cambio. No hay localidad de Asturias donde se convoquen más manifestaciones, donde la movilización social sea más frecuente, donde se coja el megáfono con mayor prestancia. En Gijón, dos son multitud, por las voces que dan. Hablar tan alto nace de la necesidad de que te escuchen. A los habitantes de esta ciudad les gusta participar en las decisiones de la cosa pública, sea de pensamiento, palabra u obra, por error u omisión.

Compartir el artículo

stats