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La crisis de la sociedad actual

La eutanasia y el coronavirus

En febrero de 2020 se presentó en el parlamento español la Propuesta de Ley sobre la Despenalización de la Eutanasia. Pocos días después aparecieron en LA NUEVA ESPAÑA cuatro artículos a favor de dicha ley. Tres, fueron escritos por periodistas, y el cuarto por una exministra de Sanidad socialista y asturiana. Los argumentos que utilizaron se pueden resumir en tres eslóganes; "muerte digna", "tengo derecho a..." y "es un clamor popular". En estos momentos en que la labor del personal sanitario es tan reconocida, creo que es oportuno revisar estos argumentos proeutanásicos.

El eslogan muerte digna se utiliza en sentido reduccionista y esconde la realidad de la mayoría de los enfermos que viven con dignidad el trayecto final de su vida como podemos ver en dos artículos aparecidos en LNE. El primero se trata de una entrevista que la periodista Natalia Vaquero hizo a un enfermo diagnosticado de una Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) que estaba totalmente inmóvil y sin poder hablar (LNE, 17 de febrero de 2020). El entrevistado era Francisco Luzón, un economista que ocupó cargos de alta responsabilidades en el BBVA y en el Banco Santander. Con buen criterio la periodista, quien pudo realizar la entrevista gracias a un sofisticado método visual, le preguntó a F. Luzón qué opinaba sobre la denominada "muerte digna". La contestación fue: "lo que me pregunto es si está garantizado el derecho a una vida digna (...), el sector público no atiende las necesidades de los enfermos con ELA (...). Dependemos de la capacidad económica de cada uno y de su entorno (...)". A la entrevistadora le llamó la atención el optimismo que irradiaba el enfermo a pesar de su estado, por lo que se atrevió a preguntarle de donde sacaba las fuerzas: "gracias a la entrega de mi mujer, el apoyo de mi familia y a la fundación creada para la ELA, que ya marcha por sí misma", contestó Luzón.

El otro escrito pertenece a Julián Ruiz Cantabrana, veterano de la Guardia Civil, que tuvo que estar hospitalizado durante mucho tiempo como consecuencia de un traumatismo. Aquella experiencia le permite dar testimonio del sufrimiento de sus compañeros de habitación, y nos cuenta en LNE del 6 de marzo de 2020 que "jamás he encontrado uno que dijese, en serio, que quería que le dejasen morir. Lo que si querían es que le quitasen el dolor, sobre todo si era un dolor continuo, y hasta el momento antes del fallecimiento estaban esperanzados, mirando al médico con atención, y agudizando el oído, esperando una noticia que les fuese favorable y sobre todo que les aliviase el dolor y la angustia por su situación". Esta vivencia le dio suficiente coraje para manifestar su indignación ante el argumento de la "muerte digna", y concluye el escrito diciendo que una ley tendría que preocuparse de la vida digna "pues hasta el mismo momento de la muerte, el enfermo estaba vivo con todas la deficiencias que se quieran, una persona con toda su dignidad (...)".

Este virus que vino con aires apocalípticos nos ha puesto de manifiesto que los enfermos en estado grave infectados por el coranovirus no piden la eutanasia, lo que piden es que no se les deje morir solos. Ese fue el testimonio de las enfermeras que comparecieron en la comisión para el análisis de la crisis sanitaria originada por la pandemia en Asturias. La actitud de estos enfermos coincide con la que de forma reiterada hemos manifestado los profesionales con una dilatada experiencia en tratar a enfermos en el trayecto final de su vida y con la de las sociedades médicas.

Los ciclos históricos se repiten. Hace 100 años hubo una pandemia, la del 17, una crisis económica y se pusieron en boga las doctrinas eugenésicas y eutanásicas. Estas actuaciones alcanzaron su máximo desarrollo cuando llegaron al poder los colectivismos del siglo XX: tanto el de la izquierda hegeliana (comunismo) como el de la derecha hegeliana (nazismo). Eran ideologías deshumanizadoras y colectivistas porque por encima del respeto a la persona y por lo tanto a su vida, estaba el bien del estado, del partido, de la raza o de la dialéctica materialista, según se tratase del totalitarismo de la derecha hegeliana que lo resolvía en Auschwitz, o el de la izquierda hegeliana que lo resolvía en Siberia.

En el momento actual estamos inmersos en España en un ciclo similar: se ha implantado la eugenesia prenatal a los discapacitados, se quiere aprobar la eutanasia para practicarla a quienes padecen una enfermedad avanzada e incurable, y hasta tenemos una pandemia y una crisis económica. Cuando una sociedad no es capaz de impedir leyes que buscan eliminar a las personas por su edad o grado de incapacidad, sufrirá lo que Simone Weil, testigo de los horrores del siglo XX, escribió en uno de sus libros: "...una vez que las autoridades materiales y espirituales han decidido que las vida de ciertas personas carecen de valor, nada es tan natural en el hombre como matar".

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