La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tino Pertierra

SOLO SERÁ UN MINUTO

Tino Pertierra

El placer de lo que no se tiene

Eva: "Mi madre tenía claro que hay cosas más importantes que el dinero. Por ejemplo, las joyas. Como no podía comprarlas en la cantidad que la hubiera hecho feliz, y tener cinco hijas y un marido con un sueldo normalito no permitían grandes dispendios, se conformaba con recortar las que le gustaban de la publicidad de las revistas y las pegaba en un álbum de fotos ordenadas por el precio. Si fueran reales, mi madre sería multimillonaria, pero no lo eran y no lo era. Aun así, creo o sospecho que a su manera era feliz, y tal vez si su joyero de papel fuera auténtico no se sentiría mejor. Yo heredé ese placer por coleccionar lo que no se tiene. En mi caso, cuadros. Mi pinacoteca privada es la más valiosa del mundo. Mi marido prefiere coleccionar cosas más tangibles, por ejemplo, amantes. No me importa porque sus mentiras no solo no me duelen, sino que me hacen gracia. Eso es porque no le quiero, y es un hombre simpático, amable y atento, aunque sea en piloto automático. Si algún día me sintiera incómoda con su presencia, quizá decidiría separarme, pero me da mucha pereza afrontar cambios tan drásticos. A él le va bien la situación y sus ligues son tan fugaces que ni siquiera se molesta en disimular. Cuanto más le miro, menos le veo. La intimidad invisible. Mi madre también aguantó esos engaños hasta que un día se rompió una cañería, se inundó el piso y su colección de joyas de papel, que guardaba de forma imprudente en una caja de cartón, quedó inservible. Una pasta echada a perder. Y no sé qué efectos mágicos tuvo el desastre en su mente que dos meses después le dijo a mi padre que quería el divorcio. Él no se lo tomó bien e intentó convencerla para que cambiara de opinión regalándole un reloj bastante caro. Y feo. Qué torpes son algunos hombres. Lo que consiguió fue quitarle cualquier duda. No te lo vas a creer, pero a los dos años, mi madre se lio con un joyero viudo que le prestaba joyas para lucirlas en casa el fin de semana. Te cuento esto porque ayer conocí por internet a un galerista divorciado y un tanto extravagante. Creo que le gusto. Y ambos amamos las litografías de Delacroix".

Compartir el artículo

stats