Está siendo el verano de las huidas y de las escapadas: de los urbanitas al campo, del emérito a los Emiratos y de Messi a quién sabe dónde como Lobatón, aunque se intuye: a los brazos del hijo pródigo del catalanismo militante, al abrigo de los petrodólares, cuya combustión calienta más que la de un fajo de billetes de euro. En la Pérfida Albión, "La Pulga" se recluye de la purga iniciada por Koeman, que al paso de los años no asoma ya como el Tintín de muslo ancho de sus años mozos blaugranas, sino que parece más bien un curtido coronel de la Gestapo dispuesto a una limpia de herejes del "messianismo".
¿Se verá próximamente a Leonel corretear por la pradera de Manchester, escuchando por el auricular la última ocurrencia etílica de Noel Gallagher; trotando con su amigo el Kun Agüero, indispensable aguador para alcanzarle el botijo, al modo de Luis Suárez en Can Barça? ¿Se mantendrá fiel a la albiceleste o solo a la celeste? ¿Buscará motivación a su certera artillería visualizando las defensas rivales como si fueran la avanzadilla invasora de las Malvinas? Los argentinos no guardan aprecio a los británicos por mucho cariño que Borges profesara a la biblioteca en inglés de su padre y su gusto dilecto por De Quincey y Chesterton.
Espantada la que se le avecina a Sánchez, de persistir en su empeño de pactar los Presupuesto de 2021 con Ciudadanos. Iglesias ha soltado la cadena a los cancerberos de Podemos para que anuncien la imposibilidad de dar su apoyo a las cuentas poscovid si el PSOE cambia el morado por el naranja. O al toro, o más Montoro.
No le caerá esa breva al Presidente, quitarse de encima tan pesada carga. Aunque lo más probable es que la amenaza se quede en fogueo: ¿adónde va a ir que mejor esté la muchachada podemista?
