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Y la culpa será de los jóvenes

De seguir así iremos directamente hacia la histeria del confinamiento total

Más allá de la excelencia, lo infalible o lo perfecto, necesitamos desenmascarar esa gran mentira gubernamental acerca de la seguridad de los ciudadanos. No se alboroten, por favor. Vivimos dando vueltas alrededor de una bola de fuego. Que las plagas sigan amenazando nuestra existencia no es nada raro, forma parte de lo previsible. A falta de volcanes, tornados, terremotos o tsunamis. Entre guerras, hambre, évola, salmonela o gripe asiática. Conviviendo con SIDA, cáncer, alzheimer y un sin fin de enfermedades raras para las que no hay cura. Mala suerte. Nos ha tocado el virus más famoso de la historia.

La monitorización continua, lejos de tranquilizar a la población, genera una gran sensación de inseguridad. Los telediarios parecen continuos partes de guerra. Las portadas de la prensa se rifan el titular más sensacionalista. Los expertos siguen despistados mientras los gobiernos, atados de manos por la soterrada guerra tecnológica mundial, toman medidas de control exhaustivas sumiendo a los países en estados policiales. Emulando la carrera espacial y la guerra fría, las naciones se han lanzado a la búsqueda de la vacuna más eficiente, iniciando la competencia mediante confusos mensajes que repiten los medios de comunicación. Nadie sabe nada o no lo dice.

Mientras el bullicio regresa a las calles de Wuhan, llenando discotecas, en España transitamos de la solidaridad de los balcones al señalamiento del vecino, como una arma de destrucción masiva, a falta de tests masivos. En un spot de la Comunidad de Madrid alguien coloca las balas en un cargador hasta armar la pistola, advirtiendo de que usted, sin su mascarilla, es un potencial asesino en serie. La contradicción ha sido la tónica en las normas de protección transmitidas a la población desde el fin de la alerta. Tampoco se ha dotado a la sanidad pública y a los ciudadanos de medios suficientes en caso de nuevos brotes, sin embargo, se traslada toda responsabilidad a la colectividad activa, que además de sufrir lo que será el crack económico más fuerte de su existencia será la última responsable del desastre. Alejados de ciudades y pueblos españoles, los cementerios no tienen buena prensa en nuestra cultura y la amenaza está en el aire. Así lo asegura un nuevo estudio en California. Técnicamente, imposible de entender para los mortales, han llegado a la conclusión de que la covid19 se desplaza por encima de nuestras cabezas. ¡Qué mala suerte! De seguir así, iremos directamente hacia la histeria del confinamiento total. ¡Y la culpa será de los jóvenes!

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