De verdad, no tengo miedo a este virus. Pero como todo hijo de vecina tampoco deseo estar infectado aunque sea de forma asintomática. Me da más miedo la lectura de esta crisis que podamos hacer desde la ciudadanía, cada cristal con su color, que los palos de ciego de gobiernos y virólogos cuando la razón nos dice que, aún así, todavía debemos de apoyarlos. Me reservo el temor ante lo que, según dicen los que saben, será la crisis económica más dura desde la Guerra Civil, porque esta vez les tocará a los mismos y a muchos más. Un año, dicen. Recuperación en uve. Podemos imaginar, la uve será invertida. Disculpen la vehemencia. Dicen que el bicho no distingue de clases pero millones de asintomáticos recorren las calles del mundo y la muerte se ceba en los barrios más humildes. Que la culpa de todo es de los vuelos lowcost porque facilitan la movilidad de personas entre países facilitando la extensión de la pandemia.

En esto de cargar culpas sobre la ciudadanía, me impactó la lectura apocalíptica que transmitía un inquietante titular de prensa publicado durante el estado de alarma: "Los agentes que dan el alto al virus" (Sic). La noticia no era noticia porque durante el periodo de confinamiento solo hubo una noticia. A página entera destacaban cuatro fotografías. Agentes de la policía local realizaban labores de control en distintos puntos de la ciudad para que automovilistas y peatones no se saltaran la cuarentena obligatoria. Los "imprescindibles" iban a trabajar para volver a confinarse y los agentes comprobaban que todo estuviera en orden. El cuerpo de la noticia iba dedicado a la eficiente labor de la policía en esos controles rutinarios, afirmando que la tasa de sanciones era ínfima.

Así de fácil y así de duro. Pero el virus del sensacionalismo infectó el titular con la figura retórica de tal manera que pedía una segunda temporada. Creía labor de científicos parar virus y bacterias. La imagen de la policía dando el alto a un virus, en lugar de a las personas, es desternillante y pavorosa al mismo tiempo, digna para un "Amanece, que no es poco" en versión pandémica.

Quizá sea yo, que soy un toca güevos pero el lenguaje es importante. Sobre todo en periodos delicados como este. A veces nos traiciona el subconsciente pero si es capaz de imaginar virus donde había personas se trata de un subconsciente asintomático y no lo sabe. Hay que ayudarlo.

¡Por favor! ¡Que le den el alto esos agentes!