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LNE FRANCISO GARCIA

BILLETE DE VUELTA

Francisco García

Las gaviotas y el PP

En Gijón, el graznido de las gaviotas oficia de despertador matutino. A estos pájaros habría que instalarles un medidor de ruidos de los que han quedado mudos en los bares de copas inhabilitados por la pandemia, y si sobrepasan el límite de decibelios, expediente sancionador a pluma y que les salga por un pico. Las gaviotas son a Gijón como a Castilla las cigüeñas, cuyos nidos no solo han colonizado espadañas, tejados y campanarios, sino también las torretas de la alta tensión eléctrica. Las cigüeñas se parecen a las gaviotas en su afición a la cómoda abundancia del vertedero, invitadas en rasante al festín diario de Cogersa.

Hace unos días, a un conocido una gaviota le defecó encima. Me lo cuenta en la calle, soltando por su boca una retahíla de improperios. "Estás de suerte" -le dije- "de esta te ascienden en el trabajo". Según la creencia popular, es signo de ventura convertirse en diana móvil de la cagada de un ave. Cuentan que tras la muerte del Papa Antero, mártir, los cristianos se reunieron para elegir sucesor, sin lograr ponerse de acuerdo. Un campesino de nombre Fabián que regresaba del laboreo se unió al cónclave, con tal mala fortuna que una paloma blanca le vertió su excremento encima. Los demás interpretaron ese hecho como una señal divina, y Fabián, que era laico, fue ordenado allí mismo sacerdote, obispo y pontífice. En Gijón, ¿a quién no le ha hecho la pascua un pájaro de mal agüero intestinal? Al PP local, una cagada de gaviotas le puso perdidos dos congresos locales y amenaza con llevárselo de nuevo en el pico o en la boca del lobo con disfraz de cordero. No les extrañe pues que hace unos meses se plantearán cambiar de pájaro y abrazar al charrán como emblema.

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