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LNE FRANCISO GARCIA

BILLETE DE VUELTA

Francisco García

Medio siglo con "la lloca"

"La madre del emigrante", primero denostada, ahora digna de aprecio, cumple cincuenta años

Escuálida y desgarbada, sometida al escrutinio terrible de marinos vientos, "La madre del emigrante" cumple medio siglo en su emplazamiento costero, convertida en emblema de Gijón, hito memorable del sentimiento de la pérdida umbilical del hijo que marcha al otro confín empujado por la falta de sustento en la tierra de sus raíces.

Incomprendida en sus inicios, la brillante escultura de Ramón Muriedas fue denostada en Gijón, no solo por la ciudadanía de la época, que no entendió una versión artística tan poco convencional, sino incluso por comentaristas locales que llegaron a criticar la obra con epítetos irritantes, tales como "bruja desmelenada", "monigote esquelético" o "cabezudo de feria". Un analista de regadío que presumiblemente ahora cantará loas de la insigne estatua llegó a escribir entonces que "el bronce de la mal recibida debería ser retirado de su pedestal y pasar al cuarto de los trastos viejos e inservibles".

Lo cierto es que la visión de esa mujer, descalza y de mirada perdida, de pelo lacio y rostro excavado por surcos de salitre, prematuramente envejecida, resulta hoy, cincuenta años después, conmovedora. Su tímido y tembloroso adiós es a la vez evidencia de un sufrimiento desgarrador y de un sentimiento resignado ante lo inevitable. Tal vez Muriedas pretendió, al esculpir los rasgos de esa mujer, mostrar la precariedad de la existencia. Como una máter dolorosa, la "lloca del Rinconín" es la Virgen laica de la iconografía gijonesa, la madre de todos los hijos que un día marchamos con la idea de regresar al regazo materno.

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