Ay, mi madre. De verdad. Está una más que harta de prohibiciones, que, aunque necesarias, siempre nos dejan un poso de estar viviendo en una realidad dictatorial. Todo el día prohibiendo y mandando, amenazando, dejándonos la amarga sensación de que no hacemos nada bien y tenemos que estar siempre alerta, no nos vayan a multar o algo peor.

En Gijón siguen la estela que nos va dejando nuestro Gobierno central. Venga a mandar, multar, ordenar. Nos riñen y amenazan porque somos ciudadanos malos, malos. Ahora resulta que sale la nueva ordenanza municipal de residuos e higiene urbana de Gijón. Y lo mismo que peatonaliza el Muro por la ley de porque yo lo digo, ahora nos prohíbe "la evacuación fisiológica en el mar o las playas". Ay, Señor. De verdad. Resulta que ahora nos van a prohibir miccionar en el agua. Hete aquí, literal, la clara prohibición. No pueden ustedes evacuar ni siquiera el líquido elemento para que se diluya en el mar, que ya se sabe que contamina que te mueres. Así que se prohíbe hacer pis en el mar, oiga usted. En fin, quizás haya pasado desapercibida esta norma, pero en mi casa nos hemos hartado de reír a cuenta de la norma que nos prohíbe hacer pipí en el mar. Es decir, si tenemos en cuenta la capacidad de nuestra playa de San Lorenzo, que es de un máximo de 24.555 personas en el mejor momento, nos encontramos con que todo ese maravilloso parchís del Muro de San Lorenzo (también podría ser un cascayu) deberían convertirlo, que para eso están los presupuestos municipales, en un gigantesco urinario. Y ya puestos, me surge una duda que me corroe. Los perros en las playas habilitadas (o en cualquiera fuera de temporada) ? ¿pueden levantar la patita en el Cantábrico o en el arenal? En fin. Algo falla en esta normativa.

Por otra parte, ya me dirán qué pretenden que hagamos cuando, aunque solo sea a la décima parte de la población playera, le apremien las ganas y no podamos "mexar" en el mar. Pues nada, un macrourinario. ¿Y a los que se atrevan a infringirla? ¿Qué? Porque supongo que para que la ley se cumpla alguien deberá velar por ella. Y ya me estoy imaginando los presupuestos para los guardianes del mar. Cada bañista que se adentre en nuestras aguas debería tener un vigilante o guardia marino que estaría ojo avizor, siguiéndonos para ver si se calentaba sospechosamente el entorno acuático de cada bañista. Vamos, que me parto, de verdad. La norma es por tanto la de prohibir, que mola más, porque evidentemente cumplir no se cumple. Pero lo dicho. Le instemos a la corporación municipal para que al mismo al que le encargaron la peatonalización del muro, con lo mono que ha quedado, le pidan un buen proyecto para un moderno urinario, o mejor, lo encarguen a un escultor de renombre que se lleve los dineros, esos que no se utilizan para paliar la pobreza en la que entre todos nos han llevado. Y recuerden, cuando vayan a la playa, les rogamos que vayan convenientemente evacuados.