La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La cuna de España en tiempos del covid

Las celebraciones religiosas en la Santa Cueva

La realidad espiritual de Covadonga en 2020 es un pálido reflejo de lo que ha sido durante gran parte del siglo XX. Se ha notado muy especialmente en los días de la novena a la Santina, que aunque ha sido tan solemne, como en otros años, tanto por el esplendor litúrgico, acompañado de sobrias y teológicas homilías, así como para la extraordinaria calidad musical de la coral de la basílica, sin embargo, se ha notado la presencia oscura del covid-19. Lo que ha motivado que las medidas sanitarias se hayan respetado por todos con gran determinación y responsable esmero.

La participación de los fieles ha sido casi testimonial representando a los a concejos y parroquias de toda Asturias y a los fieles venidos de otras diócesis de España. Especial protagonismo han tenido las congregaciones religiosas femeninas que atiende a las necesidades espirituales y organizativas del Santuario, como la institución teresiana, que san Pedro Poveda -el gran educador del siglo XXI- concibió a los pies de la Santina. Durante la solemne novena por primera vez en su larga historia se han notado la ausencia de los miles de peregrinos que llegaban a Covadonga, de todos los lugares de Asturias, de muchos España e incluso de Hispanoamérica, emigrantes asturianos, que con la emoción contenida se postraban de hinojos ante su Santina, pequeñina y galana.

El día grande el 8 de septiembre en otros tiempos llegaban en procesional respeto las autoridades asturianas sin faltar ninguna. Los concejos por turno anual llevaban una maravillosa ofrenda a Nuestra Señora. La Santina salía de la Santa Cueva y recorría en procesión la explanada, hoy muy aderezada, delante de la roqueña basílica, a hombros incluso de los ministros del gobierno. Mientras en el monte por excelencia de Asturias, el Auseva, el Monte de Pelayo se estremecía con el ruido y el olor de la pólvora minera. A la Santa Cueva han llegado Papas, Juan Pablo II, reyes, príncipes y jefes de Estado, Francisco Franco, santos confesores de reina como San Antonio María Claret a quienes se les veía en actitudes reverenciales y piadosas; patriarcas que luego serían Papa Juan XXIII. Las muchachas casaderas bebían los siete sorbos de la fuente del matrimonio. No faltaban fieles que para cumplir sus promesas llegaban a Covadonga descalzos y no los penitentes subían de rodillas los peldaños de la escalera que comunica el relleno con la Santa Cueva. Todo esto fue realidad, hoy nostalgia virtual.

Compartir el artículo

stats