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Tino Pertierra

SOLO SERÁ UN MINUTO

Tino Pertierra

Sin miedo a las emboscadas

Teresa: "Era Armando un hombre culto, inteligente, simpático y atento. Sin duda. Lo corroboro, como podrían hacer otras mujeres a las que merodeó sin prisas ni pausas. 'Me gusta pensar que soy un seductor, no un sitiador', me dijo después de estar dos semanas sin llamarme tras la primera y prometedora cita. Luego supe que formaba parte de su táctica: mostrar un interés absoluto en los prolegómenos, esforzarse por mostrar su mejor cara durante los contactos más directos y esfumarse luego una temporada en una calculada escalada de intenciones y atenciones. Efectivamente, Armando consideraba, como tantos otros hombres de esa especie, que aproximarse a una mujer para apuntarla en su lista de conquistas era un juego en el que la inteligencia exige medir los tiempos sin precipitarse ni mostrar las cartas demasiado pronto. Seguro que le funciona a menudo, pero no siempre. Conmigo no lo hizo. Cuando intentó volver al tablero le dejé bien claro que no busco seductores ni sitiadores, que busco personas que actúen con naturalidad y nobleza, y no estrategas que se piensan muy mucho los pasos a dar como si en lugar de una relación estuvieran afrontando una partida de ajedrez. Eso tal vez esté bien cuando tienes 20 años, la inexperiencia es un grado más de temperatura y te puedes permitir el lujo de perder el tiempo jugando al escondite y al pilla pilla. A los 50 las cosas se ven de forma muy distinta, y no valen las acciones de distracción ni la infiltración sigilosa. Si dos personas libres se atraen por la razón que sea (y en mi caso esas razones pueden llegar a ser desconcertantes) no sirven las catapultas ni el aceite hirviendo ni los arietes: la vida es demasiado corta para darle largas a una oportunidad de cruzar puentes levadizos que valgan la pena sin temer una emboscada al otro lado".

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