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LNE FRANCISO GARCIA

BILLETE DE VUELTA

Francisco García

Los palacios de Negrete

A mediados de junio de 2011, días antes de la que fue su última aparición pública en el acto de donación de su extensa biblioteca a la Fundación Alvargonzález, el arquitecto Miguel Díaz-Negrete me llamó, con esa voz autoritaria y rotunda que se gastaba: "Paco, me tienes que ayudar a hacer el discurso". Y nos pusimos manos a la obra. Y el 1 de julio, en la sede de la entidad en Cimadevilla, leyó solemne aquellas cuartillas que entre los dos habíamos pergeñado, él de la mano de los recuerdos que conformaban el andamiaje de su memoria, y yo tratando de acomodar las letras a su gusto, estricto como las medidas de sus edificios.

Se le encendían los ojos ya gastados cuando hablaba de dos viejos tomos sobre destacados palacios que había hojeado cuando estudiaba Arquitectura en Madrid, entre 1940 y 1947, en "Ediciones Inchausti", en un viejo piso de la calle Alcalá al que alguna vez había acompañado a su padre, el también arquitecto José Avelino Díaz y Fernández-Omaña. No pudo comprar ambos libros hasta después de finalizar los estudios. El librero le animó a que se los llevara en la seguridad de que podría pagárselos pronto. Y así ocurrió.

Gijón acaba de recibir otro legado de Negrete, al que tuve el placer de disfrutar en sus últimos años cada viernes, en la tertulia del Hotel Asturias: miles de bocetos y de proyectos del prolífico arquitecto que ayudó a diseñar el Gijón vertical de hoy y que pueden disfrutarse en dependencias del Museo Casa Natal de Jovellanos. Humanista por humanista, buenas migas harían el prócer ilustrado y el ilustrado Miguel de haber nacido contemporáneos. Una amistad de la que sin duda Gijón habría obtenido lustrosos beneficios.

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