Si algo positivo se puede extraer de la celebración de los Premios Princesa de Asturias, es que finalmente la voz de los científicos y de los verdaderos expertos sanitarios, se está alzando por encima de todo ese ruido al que llevamos expuestos desde el inicio de la pandemia, a cargo de supuestos líderes de opinión, políticos y no políticos. Para empezar los sanitarios, tal y como destacaba LA NUEVA ESPAÑA este mismo martes, reclaman medidas para no dejar de atender todas aquellas patologías que no tengan relación con el coronavirus. Y es que aunque parezca de mero sentido común, conviene recordar que no solo de Covid enferman o mueren las personas.
Pero es que precisamente ese sentido común es lo que más se lleva echando en falta desde que allá por el mes de enero, el Gobierno de este país llamado España y con forma de piel de toro como se nos enseñaba antiguamente en las escuelas, no supo o no quiso tomar al virus con firmeza por esas figuradas astas, que tanto daño han causado y siguen provocando allá donde penetran.
Es por ello que de una vez por todas ha llegado el momento de escuchar las demandas de los sanitarios y también las de los verdaderos expertos de carne y hueso en la materia. Y una de ellas pasa porque ante la inminente llegada de la gripe estacional, seamos capaces de disponer y mantener todos los recursos necesarios para afrontar con eficacia ese otro virus, también mortal en no pocos casos, a pesar de ser mucho más conocido y de disponerse de una vacuna de efectos más que contrastados, a pesar del escepticismo de los de siempre.
Pero no solo eso. Nuestro sistema sanitario debe seguir funcionando sin fisuras desde la atención primaria, colapsada en la actualidad, hasta todas aquellas especialidades médicas tan importantes para miles y miles de personas con patologías crónicas, que necesitan seguir siendo urgentemente atendidas.
Por todo ello abramos siempre bien los oídos a quienes saben de lo que están hablando. Y dejemos a los mercachifles de votos que se maten, figuradamente por supuesto, en sus malditas redes sociales. Porque al coronavirus créanme que no se le vence con un tuit más o menos ingenioso. Se le derrota desde la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, bajo la tutela de una gestión de consumados expertos que no se dediquen a echarse en cara el número de muertos, sino a evitar que haya más. Ya habrá tiempo para pedirle cuentas al Gobierno, que no al rey.
