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La guerra que todos ganamos y que el PSOE quiere hacernos perder

El país de este marciano PSOE que dirige el autócrata Sánchez va camino de un abismo insondable en el que la crisis económica, la crisis democrática, la crisis de la razón y la santificación de la mentira le auguran un muy mal futuro. Estamos ante un Gobierno que hace gala de todo aquello de lo que hace apenas un par de años todos huíamos: hace lo contrario de lo que decía que iba a hacer, miente sin rubor ni vergüenza, ataca los principios de nuestro sistema democrático en un golpe de Estado silencioso y evidente que se sostiene con la complicidad acrítica -y la rendición sin paliativos a Podemos- de millones de militantes y simpatizantes que miran para otra parte mientras estos personajes sin altura moral, política o personal hacen lo que más les interesa para perpetuarse en sus poltronas, aunque sea en una nación convertida en un páramo de resquemores fratricidas.

En diciembre de 2014, Pedro Sánchez declaraba en el programa del "amigo" -independiente, por supuesto- Évole que los partidos políticos no deberían nombrar a los miembros del Consejo General del Poder Judicial y que estaba dispuesto "a renunciar a todas esas prebendas que han hecho peor al PSOE". Hoy, el propio Sánchez está dirigiendo una maniobra insultante para monopolizar y secuestrar los poderes y las instituciones del Estado. Y no se ha sonrojado. No ha dado una mínima explicación para justificar el ardor, pese a la mentira, ante sus hooligans. La disculpa es que el PP no quiere pactar, pero la verdad es que quien tiene el poder no hace intención alguna de buscar el pacto. No cabe mucha sorpresa: antes pregonó que nunca pactaría con Podemos (es vergonzosa su confesión sobre las conversaciones con Pablo Iglesias, que demuestra que, al final, ha hecho lo que éste quería), ni con los independentistas catalanes, ni con Bildu? ¿Alguien es capaz de pensar lo que estaría pasando hoy en este país si un gobierno el PP estuviera cambiando las reglas para dominar a su antojo las instituciones y los cargos judiciales? ¿Y por qué ahora no pasa nada? ¿Es que somos todos idiotas? - ¡Por favor, Antonio Trevín, regresa al mundo real: tu último artículo pidiendo consenso sin hablar de la desvergüenza de un PSOE que sólo busca confrontación no está a la altura de tus capacidades y valores-...

Me cuesta defender a la Monarquía -lo siento, todavía sobreviven en mí algunos genes del pasado-, como en su día me costó defender la Reforma y no la Ruptura, o el "OTAN de entrada no" del Felipe González que se hacía adulto -¡qué fortuna para este país!- resistiendo las veleidades inconscientes de una izquierda desbocada y a la que él dio el horizonte correcto, pero siento que tengo que defenderla, como la Reforma y la OTAN, por interés de país. Es vergonzoso que este PSOE desnortado y sólo pendiente de asegurar el parné de sus líderes permita los continuos ataques contra una institución que, con todos los peros que se quieran poner, es hoy -como lo fue desde 1978- el único referente válido de nuestro futuro como país. Y hablan de corrupción: un partido que tiene condenados a dos presidentes nacionales por malversar más de 680 millones de euros en Andalucía y que tiene actualmente entre sus ministros a tres que formaron parte de los gobiernos del latrocinio andaluz?. Si contamos euro a euro el camino de la corrupción política en España (sumando al PP, a los catalanes y a todos los que la hayan armado), tenemos a todo un campeón mundial: un PSOE que compró con dinero de todos votos en Andalucía para ganar elecciones autonómicas y nacionales, con los ERES y con las tarjetas de puticlub? Por cierto, la última sentencia del Supremo sobre la Gürtel vuelve a ratificar que la frase introducida interesadamente por el juez José Ricardo de Prada -implicando al PP- para facilitar la moción de censura de Sánchez es un exabrupto y no responde a la realidad? Es decir, el gobierno de este Sánchez es una mentira desde su primer paso. Y del juez "progresista" -¡qué triste que progresismo suene cada vez más a mentira!-, al que seguro que tendrá en cuenta el autócrata Sánchez para el futuro, mejor ni hablar.

Y vamos a la memoria histórica, el otro capítulo principal de este desmadre político. Estamos enzarzados en una batalla que sólo interesa a quienes no les interesa nada. ¿Alguien en su sano juicio puede defender hoy la memoria histórica mientras hace genuflexiones ideológicas ante Largo Caballero ("la democracia es incompatible con el socialismo"? "Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución, tendremos que conquistarlo de otra manera") o ante el pistolero (sacó su pistola en el Congreso para amenazar a un opositor) y golpista (promovió el golpe de octubre del 34 frente a la República) Indalecio Prieto, que, para vergüenza de Oviedo, todavía mantiene su nombre en una calle en esta ciudad?

Este Gobierno lleva acercando a más de 90 presos de ETA -los últimos esta misma semana- al País Vasco, en silencio y al albur de los votos que necesita de Bildu. Este PSOE es una caja registradora sin ideología: si me sirves bien, si no me sirves eres facha. Y al final, en medio de tanto interés por resucitar con una memoria histórica de parte tantas batallas dolorosamente perdidas por todos nuestros antepasados, todos los españoles vamos a perder, por los intereses particulares y sectarios de Sánchez, la única guerra en siglos que ganamos juntos: la del terrorismo. Es difícil reconocer a un país que se muestra tan adormecido y entregado cuando lo vientos de la izquierda más sectaria lo zarandean. Y quizás sea porque no tenemos en cuenta la sentencia del siempre clarividente Gabriel García Márquez: "al demonio no hay que creerle ni cuando dice la verdad".

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