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Camilo José Cela Conde

Hubris

La arrogancia de algunos gobiernos encierra su castigo

La forma mejor que existe para librarse de la infección de la covid-19 en términos personales es harto conocida: consiste en evitar cualquier contacto con otras personas, sobre todo el derivado de encontrarse en un lugar concurrido y sin ventilación. Pero a la vista de la forma como se expande la pandemia, cabe dar por sentado que todavía no sabemos cómo actuar de forma institucional. Lo más que podemos hacer es examinar las iniciativas que han tomado los distintos gobiernos y compararlas con los contagios y muertes que ha sufrido cada país. Cabe hacerlo incluso desde un punto de vista científico como el que ha expuesto la antropóloga Martha Lincoln, profesora de la San Francisco State University (California, Estados Unidos), en un artículo publicado en la revista Nature.

La autora se refiere a lo sucedido en cuatro países, Estados Unidos, Gran Bretaña, Brasil y Chile, naciones que se encuentran clasificadas por el índice de seguridad sanitaria global (GHS) dentro de las mejor preparadas del mundo y que, aun siendo así, han obtenido resultados pésimos en el control de la pandemia con cifras que aparecen entre las peores de todas. Como recuerda Lincoln de forma textual: "Estados Unidos lidera el mundo en casos totales de infección y en muertes mientras que los fallecimientos de Brasil están en segundo lugar. La tasa acumulada de casos per cápita de Chile es la segunda más alta de América Latina, y el Reino Unido tiene la tasa más alta de muertes por covid-19 per cápita de todos los países del G7". La autora se pregunta cómo cabe entender fracasos tan enormes en países que no deberían tenerlos y recurre a un término filosófico griego para explicarlo: la hubris, que podría traducirse por arrogancia. La hubris fue la culpable de que los persas perdieran las Guerras Médicas pese a contar con ejércitos muy superiores. Nuestra arrogancia es, sin embargo, otra. Lincoln la centra en los excesos de confianza que ocultaron la falta de preparación ante la pandemia y en el prurito nacionalista que impidió una colaboración eficaz entre las distintas agencias de salud. Unas taras que han llevado a esos países -y a muchos otros, añado yo, como el nuestro- al desastre.

La antropóloga sigue en la vida de cinco siglos antes de Jesucristo al recordar que a la hubris la castigaba, según los griegos de entonces, la diosa Némesis. Para nosotros, el equivalente de esa diosa justiciera que utilizamos hoy es el de la venganza pero ¿quién se está vengando de la arrogancia de nuestros gobiernos? Basta con echar un vistazo a la situación por la que pasamos para que sea obvio: la actitud arrogante lleva incluido su propio castigo. Pero algo que es evidente en términos tantos filosóficos como científicos parece escapárseles a nuestras autoridades. No reconocer sus equivocaciones es la losa que impide que saquemos algún provecho de la lección tan dura que hemos recibido.

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