La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La moción y lo constitucional

Autonomías y Monarquía, pilares del consenso

La política española no para. "La velocidad se ha convertido en un elemento importante de la estrategia", como dijo Regis McKenna. Hay semanas que recuerda el vertiginoso ritmo de nuestra Transición.

Cierto es que en aquel tiempo carecíamos de "asesores profesionales externos". Eran las direcciones de los partidos quienes diseñaban estrategias y calendarios. La búsqueda de soluciones a los grandes problemas del país marcaban los ritmos. No tengo claro que ese sea, siempre, el criterio actual.

Esta pasada semana tuvimos una moción de censura inteligentemente resumida por Aitor Esteban, del PNV:"(...) inútil en plena pandemia y en mitad de una crisis social y económica galopante". Despachó su réplica en menos de un minuto. Parlamentarismo de altura. También estuvo brillantemente irónica, Sofia Castañón, asturiana de UP: "Vox tiene una España muy pequeña". Santiago Abascal no gana para disgustos.

Aficionado a la historia de España, parece olvidar algún capítulo importante. Como la batalla de Guadalete (711), cuando un ejército bereber cruzó el estrecho de Gibraltar y ganó una batalla decisiva al rey visigodo Rodrigo. La traición de los "witizianos", desertando de improvisto propició su derrota. Como se lamentaba el romance medieval: "Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos".

Pablo Casado clarificó posiciones: "PP y Vox no son equiparables porque les separan muchas cosas". "Hasta aquí hemos llegado". Hay una derecha constitucionalista y otra no. La primera defiende una España autonomista, unida y diversa y la otra no la acepta más que "grande y libre". Respuesta sobre la estructura territorial del Estado, de los populares a Vox, que enlaza con la que dieron a Pablo Iglesias, sobre su insidiosa división entre "monárquicos socialistas y republicanos podemitas" los senadores socialistas, Ander Gil y Javier de Lucas: "Nuestra decisión fue una monarquía parlamentaria que es y debe ser cada vez más una institución al servicio de esa primacía de la salud del pueblo, de la cosa pública y, en ese sentido, sí, puede y debe ser republicana". "Ese es el espíritu del mejor republicanismo, una concepción democrática transversal, que puede compartir la derecha, el centro liberal y la izquierda y que no implica necesariamente una forma de Estado determinada".

La monarquía y la estructura territorial autonómica son los firmes pilares en los que se fundamentó el consenso constitucional, que posibilitó unas reglas de juego democrático de amplio espectro y recorrido.

Que el Pacto de Toledo haya sellado, la pasada e intensa semana, un amplísimo acuerdo para la reforma de las pensiones, certifica la vigencia del régimen constitucional del 78.

Defendámoslo ante radicalismos extremos que, disfrazados de lagarteranas o estados fallidos, tratan de desmontarlo.

Sigue siendo válido el sabio consejo de Xènius: "Joven, los experimentos, con gaseosa".

Compartir el artículo

stats