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Formas de justificar el autoexilio

A raíz de la fuga de Leopoldo López de Venezuela

Hay en la historia una abundante relación de autoexiliados, es decir, de personas que, huyendo a otro país, intentan escapar de la acción de un poder político, o de una justicia, que temen perjudicial a sus intereses. Sin remontarnos demasiado en el tiempo, ni hacer la lista excesivamente larga, ahí tenemos los casos del venezolano Leopoldo López, del boliviano Evo Morales, y de los españoles Carles Puigdemont (muy a su pesar porque de momento no existe un estado catalán reconocido internacionalmente), el Dioni, José María Ruiz Mateos, Jesús Gil, Roldán y Juan Carlos de Borbón. El primero de ellos, un oligarca, que lideraba la principal fuerza de oposición al gobierno bolivariano de Maduro, llevaba dos años refugiado en la embajada española en Caracas. Hasta anteayer cuando nos llega la noticia de que ha dejado ese escondite para viajar clandestinamente hacia España.

El segundo, un líder indígena que devolvió al país las riquezas arrebatadas por intereses extranjeros, sufrió uno de esos "golpes de estado democráticos" tan en boga últimamente. Una alianza entre el poder financiero, el ejército, la judicatura, los medios y algunas embajadas para restablecer el control de las élites so pretexto de rescatar una democracia echada a perder por unos progresistas con vocación totalitaria. Consciente de ser uno de ellos, y para evitar una guerra civil, (recuerden el discurso de Adolfo Suárez al presentar su dimisión en vísperas del fallido golpe de estado del 23 de febrero de 1981) Evo Morales se quitó de en medio a la espera de tiempos mejores. Que parecen haber llegado con el triunfo arrollador de su partido en las recientes elecciones. Y aún así el líder indígena no se atreve a volver a su país para no excitar pasiones y propiciar una confrontación social violenta. Del Dioni, de Roldán, de Ruiz Mateos y de Jesús Gil hemos aprendido diversas formas de apropiación de lo ajeno. Desde un asalto a un furgón blindado de transporte de dinero hasta complicadas operaciones inmobiliarias. Estos dos últimos, se metieron en política para mejor defender sus negocios. Ruiz Mateos fue elegido eurodiputado y Gil ganó las alcaldías de importantes ciudades turísticas del Sur de España con un partido (el Gil) creado por él. Hasta que a la vista de lo bien que iba el asunto con un discurso populista se atrevió a conquistar las alcaldías de Ceuta y Melilla, dos enclaves estratégicos, lo que movió al PSOE y al PP a ponerse de acuerdo para librarse de él dando por terminada una broma tan peligrosa. Con diversa fortuna todos ellos recurrieron al autoexilio como mejor forma de salvar el pellejo y poner a cubierto el botín.

Aunque el caso más sorprendente es el de Juan Carlos de Borbón que se ha jugado el trono y la buena memoria de su reinado por lo que antes se llamaba un "lío de faldas" y por un trasiego de millonarias comisiones que deberá probar ante los jueces. ¿Después de ser rey de España, con las ventajas, honores y privilegios que conlleva el cargo, qué mas quería Juan Carlos? Una corona, para sostenerse, siempre necesita debajo una buena cabeza.

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