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Esteban Greciet

La curiosa propuesta de una terapia coral

Un recuerdo del viejo Avilés

Hace justamente medio siglo, cincuenta años que suena más directo, daba el que era mi periódico de entonces una curiosa noticia. Fue en aquel Avilés de siderurgia a todo trapo, inmigrados a cientos, animación, inquietud cultural, problemas humanísimos y contaminación ambiental a tope,

El gran protagonista de esta verídica historia era un doctor en Medicina que creo también ejerció en el servicio sanitario de la siderurgia. Gran persona, buen amigo y acreditado profesional. Copio unas líneas del comentario a que aludo sobre la noticia de entonces:

“Tanto a él como mí, nos duele con frecuencia la materia que manejamos, el suceso, la injusticia, el dolor humano. Aunque también celebramos los hechos venturosos, la solución de males y el arreglo de conflictos. Andaba el doctor con vueltas al magín sobre un frecuente mal profesional, propio del sanador trabajo que le ocupa, pero también a veces problemático o de no fácil tratamiento con los recursos del momento”.

Creo conservar en el recuerdo que se trataba de una especie de envenenamiento de la sangre, difícil o poco menos que imposible de ser eliminado “en tiempo y forma” por sus características y malignidad. El lógico talento del doctor García consideró entonces las dificultades del tiempo para el intento de evitar otros males mayores.

Curioso empeño el del doctor de enfrentar una especie de envenenamiento de la sangre muy difícil entonces de tratar. García tuvo una ocurrencia que consistía, si yo no entendí mal, en el descubrimiento de un método terapéutico original que consistía en una suerte de remedo de lo que, desde la moral, era y es conocido como la comunidad de bienes.

Concepto si se quiere muy cristiano, pelín socializante, pero no siempre fácil de poner en práctica. Si el invasivo mal era casi imposible de ser eliminado caso a caso, podríamos sospechar que lo sería si fuera repartido entre un grupo bastante de individuos que repartieran el mal en muy pequeñas dosis. Tal vez asimilables.

Se dijo que con ocho o diez personas, de sangres compatibles, conectadas en rueda por sus venas, eliminarían el mal sin ningún problema. Era la teoría. Parece que el ensayo resultaba probado en animales. Lo difícil sería, lo fue como supongo, encontrar la docena de generosos voluntarios para participar en tan curioso experimento.

No volví a saber más del buen doctor García Velicia, gran persona, buen profesional, cordial amigo y también visionario. Estas cosas, pelín extravagantes y algo antiguas, vienen a la memoria al hilo de la extraña situación que hoy nos toca vivir. Más con la diferencia de que ahora va en serio.

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