Luis Enjuanes, virólogo experto en coronavirus y diseño de vacunas del Centro Nacional de Biotecnología, ha destacado en una reciente intervención la sorprendente capacidad del covid-19 para infectar prácticamente todos los tejidos del organismo humano, lo que le permite causar cualquier tipo de patologías. En esa capacidad dañina actúa en cada huésped como la polarización política en el cuerpo social, que va contaminando sus órganos para hacerla colapsar por medio de la estrategia de la confrontación y la falta de entendimiento.
En los estados democráticos, la polarización afecta a sus defensas más firmes y seguras, a los diques que protegen contra los totalitarismos de uno u otro extremo, a los anticuerpos de la separación de poderes, de la libertad de movimientos o la de expresión, recién atacada de manera sorpresiva, como actúan los virus, por el Gobierno de Sánchez con el engendro de un remedo del ministerio de la Verdad. Con la excusa de luchar contra la mentira se crea un organismo de control orwelliano. No se atreverán a tanto pero mandan a los medios de comunicación un mensaje nítido: no hace falta censura si cada uno se censura a sí mismo por miedo a la represalia. El siguiente paso, las listas negras.
No cabe duda que el covid es patógeno de recorrido político, por cuanto ha venido a desnudar la incapacidad de distintos gobiernos para gestionar las consecuencias sanitarias, económicas y sociales de una pandemia que puede llevarse por delante el modo de vida al que estábamos acostumbrados hace apenas seis meses. Además está siendo utilizado como excusa para introducir cambios de tapadillo en el sistema, a beneficio de los intereses de quienes gobiernan y de quienes les sujetan la escalera.
