Aunque la parte más guerrera de la oposición lo llama Gobierno Frankenstein, en realidad viene a ser más de lo mismo de 1978 acá. Dejando a un lado los periodos de mayoría absoluta de PSOE o PP, las etapas más estables han pivotado sobre el pacto de uno de los grandes partidos con las minorías nacionalistas. Hay ahora diferencias, pero no tantas: el viejo socialismo, con su ala principal socialdemócrata y su ala radical, se reparte hoy entre PSOE y Podemos; y por el lado del nacionalismo, el vasco ha reabsorbido la terrorífica escisión de ETA (desgajada del PNV hace 60 años) mientras el catalán intenta una convalecencia, en hospitales de confianza del poder, tras su fracasado intento de llevar el pujolismo hasta su última consecuencia. Se puede dramatizar lo que se quiera la situación, pero esto es lo que hay, y lo que hay es “régimen” para largo. No estuvo tan mal pensado el de 1978.
