Resulta dudoso que España se parezca a este PSOE de ahora, salvo que se reconozca que cada calle la ocupan trileros de cubilete. Tampoco está claro que sea el socialista el único partido con pegamento para unir a un país dividido, si se alía por intereses partidistas con destructores confesos del modelo de Estado, como Podemos, o partidarios feroces de la piqueta ansiosos de promover el derribo del edificio común.
Tras garantizarse apoyo presupuestario y apuntalar, salvo catástrofe por pugna de egos, la legislatura, Sánchez va de sobrado y presenta un plan a seis años basado en el uso eficiente de los fondos europeos. O sea, que da por hecho que va a ganar las próximas elecciones. Qué tío, además de profeta, adivino.
Para variar, el Presidente propietario de la verdad única lanzó dardos afilados con veneno de medusa a la derecha y a la ultraderecha, y abogó por dejar la foto de Colón bajo mínimos. Seguramente esa fotografía no resulte a muchos edificante, pero no le va a la zaga otra en la que aparezcan Sánchez, Iglesias, Rufián y Otegi. Tanta grima da una imagen como la otra.
“La España que nos merecemos 2021-2026”, ha bautizado el pope a su plan a largo plazo, que es más que un quinquenal de Mao. La pregunta que hay que hacerse es si España se merece este Gobierno durante dos mandatos.