La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El testimonio de una enfermera del HUCA que terminó infectada de covid: "Los sanitarios estamos emocionalmente arrasados"

"La pandemia va a pasarnos una factura terrorífica: nos envían a luchar a una guerra con cepillos de dientes"

El vídeo de una enfermera asturiana infectada por covid que da voz a los sanitarios: "Nos creíamos algo y no somos nada. Las enfermeras estamos arrasadas"

El vídeo de una enfermera asturiana infectada por covid que da voz a los sanitarios: "Nos creíamos algo y no somos nada. Las enfermeras estamos arrasadas" Amor Domínguez

Para ver este vídeo suscríbete a La Nueva España o inicia sesión si ya eres suscriptor.

El vídeo de una enfermera asturiana infectada por covid que da voz a los sanitarios: "Nos creíamos algo y no somos nada. Las enfermeras estamos arrasadas" Carolina Samalea

Carolina Samalea, enfermera del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y divulgadora de cultura sanitaria desde el prisma de su profesión, relata su experiencia en la pandemia de covid. Hace unos días, resultó infectada por coronavirus, y en el momento actual se recupera en su domicilio.

Esta es una historia que quiero compartir con la gente.

Hace varios días que di positivo en covid. Ahora mismo me siento muy cansada: físicamente, como si me hubiera pillado un tren, y mentalmente. Con una impotencia y una rabia terribles. Somos muchas compañeras las que hemos caído en un periodo de cuatro o cinco días, y eso genera rabia, ira, impotencia, cabreo con esta situación.

Nos creíamos algo. Yo me creía algo importante. Una pieza importante de la sociedad. Cuando hace casi 20 años salí de la Escuela de Enfermería pensaba que desde esta profesión maravillosa podía hacer algo por la sociedad. Que me iba a permitir ayudar a la gente, cuidar a la gente, ser reconocida, ser pieza importante. El reconocimiento casi era secundario. Pero como amaba y amo tanto mi profesión, consideraba que el respeto y el cariño del resto de la gente hacia ella iba a ser el mismo que yo le tenía.

Además, cuando uno ejerce una profesión –a veces equivocándose, evidentemente–, y pone su fuerza física, su conocimiento y parte de sus emociones, piensa que eso va a ser recompensado. Y no. Vivimos en una sociedad infantilizada, superficial, completamente pequeña. Con unos valores basados en el divertimento, el conseguir ir a un bar o a una fiesta, poder celebrar las Navidades como concepto superfluo y absurdo... Vivimos en un sistema corrompido, en el que hay enfermeras que trabajan a pie de cama y otras muchas que ocupan cargos políticos y se desvinculan totalmente de lo que significa ser enfermera: la empatía, la humanidad...

Uno siente mucho desaliento y cansancio cuando observa que no hay líderes a los que seguir, sino líderes falsos que pasan por encima de las situaciones riñendo, imponiendo, dudando... Es terrible.

A nivel político, no existen valores. Las personas que nos dirigen no tienen ningún ideal más que el permanecer ahí, la lucha por el poder, y punto. Cuando su función debería ser estar ahí para que los ciudadanos pudieran desarrollar su vida, propiciar igualdad de derechos y recompensar a los que trabajen, y un poco menos a los que no trabajen. Pero no, se ve que estoy muy equivocada.

Estoy agotada mentalmente. Yo creía que éramos algo. Alguien nos había dicho que éramos la piedra fundamental del mejor sistema sanitario del mundo, que las enfermeras españolas éramos las mejores... ¡Y nos los creímos! No, qué va, ni por asomo somos los mejores.

"Las personas acuden a los hospitales de una manera totalmente defensiva, irascible, tratándonos cada vez peor, gracias a la información sesgada e incorrecta que reciben"

decoration

Tenemos políticos que han cambiado leyes de estándares de calidad, en plena pandemia, en abril de este año, para que las mascarillas que usamos los profesionales de la sanidad sean de peor calidad. Lógicamente, estamos enfermando todos. Los políticos han cambiado la ley para enjaretarnos equipos de protección que no protegen lo suficiente. Partiendo de esa base, ¿qué confianza debemos tener en esas personas? Ninguna. Estamos para cuidar, pero también necesitamos que alguien nos cuide. Pero no, nadie nos cuida. Y si pueden ponernos piedras en el camino, pues venga: camiones de piedras...

Me siento como las enfermeras del siglo XVIII, que eran la clase más baja de la sociedad. Como trataban con enfermos, y la enfermedad era algo feo, había que esconderlas. Entre esas personas había altos niveles de alcoholismo por lo duro de la situación que les tocaba vivir.

Emocionalmente estamos arrasadas. Las enfermeras y todos los que trabajamos en sanidad. Arrasados emocionalmente. Siento que nos están tratando como lo bajo de la sociedad.

Se desarrollarán cosas gracias al sufrimiento que estamos teniendo ahora en una especie de guerra. Enfermería bélica. Lo que salga, venga, sálvese quien pueda. Y, mientras tanto, estamos enfermando de enfermedades infecciosas en lugares donde no se pueden abrir ventanas, con mascarillas de porquería. Estamos enfermando y llevando infecciones a casa, donde madres, hijos, esposos, parejas de enfermeras están enfermando.

¿Qué queréis que os diga? Lo que estamos viviendo es horrible. Y a nivel emocional va a pasarnos una factura terrorífica. Es terrible, muy triste, y siento una tristeza ¡tan grande! Nos creíamos algo y no lo somos, porque nos están echando a luchar a una guerra con cepillos de dientes.

Esta sociedad recibe noticias sin espíritu crítico. Medios de comunicación irresponsables. Políticos irresponsables que no lideran a nadie... Transmiten unos valores a las personas, que luego acuden a los hospitales de una manera totalmente defensiva, irascible, tratándonos cada vez peor, gracias a la información sesgada e incorrecta que reciben. Generando en los profesionales una forma de trabajar completamente defensiva. Es una época durísima a ese respecto. El otro día tuve una conversación con una persona que consideraba que seleccionábamos a los pacientes por edades y que a partir de una edad los dejamos morirse... ¡Dios mío de mi vida!

Por todo esto estoy convencida de que tengo que ser mi propia voz, estar en redes sociales, hacer vídeos, escribir... Porque nadie va a dar testimonio de mis vivencias, y si lo hacen será de una manera sesgada, incorrecta... Es terrible lo que estamos viviendo y la factura que esto va a pasar a algo tan importante como es la salud de las personas. Hemos perdido la conexión con la realidad. ¡Qué es lo más importante de la vida de las personas? ¡La salud, Dios mío! Y nosotros, como las manos que cuidan de la salud, tenemos que estar bien para poder desarrollar estas labores.

Espero que perdonéis este tono tan enfadado, pero es la realidad. Me apetecía ser mi propia voz y contar qué es lo que estaba sintiendo. Si eres sanitario, cuídate mucho, protégete mucho y exige que te protejan. Si eres un ciudadano de a pie, reflexiona y no permitas que te traten como a un bebé, porque una sociedad infantilizada es una sociedad manipulable.

Compartir el artículo

stats